sábado, 22 de agosto de 2020

Incivismo

Estamos cansados de ver en las películas como un juez le dice al jurado: “No deberán tener en cuenta lo que se acaba de oír en esta sala”. Todos sabemos que si alguien te dice "no pienses en “fantasmas”, lo primero que se te viene a la mente es la imagen de un fantasma. Todos conocemos el efecto de la profecía super-repetida y finalmente auto-cumplida. Esta técnica es la que usan muchos “influencers” en las redes. A menudo manipulan información pública, a la que todos podemos acceder, para justificar una historia que no tiene ningún sentido.

Después de la frustración que llevamos acumulada desde hace meses por el confinamiento, los problemas que hemos tenido que resolver y la incertidumbre por informaciones confusas, tardías o contradictorias, llega un “famosillo” que nos dice que todo lo que nos ha pasado “estaba previamente planeado” por algunos muy poderosos, y también muy malos, que tienen el control sobre nuestras vidas y también nuestro futuro. Al tiempo los medios nos informan que los muy ricos han aumentado sus fortunas estos últimos meses (nada nos dicen de la mayoría de los inversores (casi todos los que no pertenecen al club Microsoft, Apple, Amazon, Alphabet, Facebook, Tesla, Netflix, Ebay, tencent) que han perdido casi la mitad de sus ahorros. No porque estas grandes empresas se lo hayan quitado, sino porque gran parte de la economía productiva y de ocio se ha parado, y todos hemos seguido utilizando los servicios de esas grandes empresas tecnológicas y comprado mucho más por internet.
Y muchos se creen todas las teorías conspirativas que circulan porque es aterrador que nadie vaya al volante. Es deprimente reconocer que demasiados dirigentes están improvisando y que la mayoría tenemos poca idea de lo que va a pasar el próximo mes. En ese escenario es más dulce abrazar la épica de "derrocar a un tirano oculto” y mientras tanto, hay miserables que están rentabilizando la ignorancia de los que se creen a pies juntillas esas teorías conspiranoicas.  

Es importante guardar la calma y no reaccionar impulsivamente a ciertas publicaciones de Facebook, hilos de Twitter o informaciones televisivas. Hay que buscar fuentes que aporten “datos verificables” que nos permitan analizarlos y reflexionar sin prisas. Y ante las informaciones que difunden los “negacionistas”, si tenéis la suerte de no conocer personalmente a ningún afectado directamente por la enfermedad Covid-19 y dudáis, puede ayudar hablar con vuestros conocidos sanitarios, visitar un CAP, un Hospital, una morgue y comprobar en persona lo que estos negacionistas nos dicen que es falso.

Ayudaría mucho que muchas más personas fueran asertivas y ayudaran a que todos, por presión social, cumplamos las normas sanitarias. Si en el supermercado, en la cola de la administración de lotería o de un centro cualquiera hay alguien que no cumple las normas sanitarias, pídeles que cumplan las normas: que guarden la “distancia física (no social)” de seguridad y que se pongan bien las mascarilla. Y si se niegan a hacerlo, deberíamos ponerlo, cualquiera de nosotros, en conocimiento de las autoridades o del encargado/guarda de seguridad del establecimiento, para que haga cumplir el protocolo a las persona incívicas que atentan contra la seguridad ciudadana. Si nos callamos, si dejamos que cada cual haga lo que le salga del nardo, puede que nos consideren muy guay y que momentáneamente vivamos más tranquilos, pero a la larga lo pagaremos muy caro. Si a los pocos incívicos que circulan se les afea su conducta socialmente, será más fácil que entren en razón que si nadie les reprocha su mala actitud para con los demás.

Todos hemos visto en los CAP y en los hospitales que hay ciertos colectivos que se saltan las normas sociales y muchas veces también las del establecimiento impunemente. Provocan incidentes y amenazan a los sanitarios y a cualquier que les llame la atención. Llenan las habitaciones de familiares, patriarca al frente y molestan y perjudican al resto de usuarios. ¿Cómo actúa la seguridad del hospital en estos casos?

Es escalofriante leer el hilo siguiente:

Surgen muchas preguntas y el no conocer las respuestas inquieta: ¿Porqué no se espera al resultado de la PCR antes de ingresar al paciente no crítico? Si los familiares conocían que era positivo, ¿Porqué no había registro en su historia clínica electrónica? ¿Se hizo la PCR en el ámbito privado y no informaron del resultado al pedir en ingreso en el hospital? ¿Qué se ha hecho para evitar estos casos? 

Todo el personal sanitario que ha estado en contacto con esta persona seropositiva debería hacerse una PCR y esperar en casa....por si alguno está contagiado y va transmitiendo el virus. Si hubiera muchos irresponsables como los que cuenta la enfermera en su hilo de twitter, pronto tendrían que cerrar los hospitales por falta de personal porque todos se habrían contagiado o tendrían que aislarse en  cuarentena. Si no se hacen los test corren el peligro de contagiar a otros compañeros o pacientes. Esta variante de esconder la cabeza del ala por interés personal (si me diagnostican + me quedaré sin vacaciones confinado en casa o en las empresas que no hacen PCR a sus trabajadores por temor a que alguno se diagnostique infectado y entonces deban parar la producción o incluso cerrar temporalmente la empresa.

¿Si el paciente no tiene sintomatología es lógico subir al paciente a planta normal, para no colapsar urgencias, en lugar de a una intermedia esperando resultados?.

Leer testimonios como el de esta enfermera hace perder la fe en algunos humanos.  

Todo mi respeto, ánimo y admiración hacia las personas que llevan meses salvando vidas y todo mi desprecio a los que NO hacen bien su trabajo, se escaquean todo lo que pueden, roban y mienten; sean pacientes o los que deberían dar el servicio y no lo dan bien.

Seguro que se podría reducir el número de contagios si se mejorara la deficiente educación social, que por desgracia está arraigada en nuestro país: poca empatía, por no decir nula, poco respeto por los demás y poca auto-responsabilidad. Cuidar de que los niños reciban más “educación cívica” desde pequeños, en nuestras casas, podría mejorar las cosas; porque ahora parece que solo funciona: que les toquen el bolsillo, que la policía les de algún palo, que le toque la parca a alguien que les importe mucho, con salida en bolsa de plástico incluida.

¿Para qué están las normas y los protocolos si no se logra que todos los cumplan?

A los “usuarios de servicios públicos irresponsables” habría que pasarles la factura, además de ponerles una denuncia por poner en riesgo la salud de otros pacientes y del personal sanitario o la integridad del “servidor” de cada unidad. Tal vea así aprenderían un poco de civismo y a vivir correctamente en sociedad. Porque si no aprenden y si se siguen comportando de forma estúpida unos e inepta otros, estamos destinados a nuestra propia extinción. 

No podemos seguir permitiendo que los “sinvergüenzas” sigan haciendo lo que les salga del nardo y se sigan yendo de rositas. Es peligroso jugar con el dinero, pero es imperdonable jugar con la salud, y algunos “negacionistas” o irresponsables lo están haciendo. Ya no basta con avisar que se pondrán mulas. Debería acusárseles de atentado contra la salud y juzgarles por homicidio imprudente si fallece algún infectado por su culpa. Y no iría mal que los medios de comunicación informaran, con todo lujo de detalles, de las sentencias dictadas y de su cumplimiento, al estilo medieval.  Tal vez  así, los irresponsables e incívicos aprenderían y entenderían que su libertinaje termina allí dónde se vulnera la libertad y la salud de los demás.