martes, 4 de septiembre de 2018

El Parlament está cerrado por vacaciones y el President va al Teatro

Esta tarde hablará el President de la Generalitat. No en el Parlament que está de vacaciones, sino en el Teatro. 
El Partido Popular, Ciudadanos y los Comuns no enviaran ningún representante a la conferencia que dará Quim Torra como President del Govern. El PSC enviará a Eva Granados. Diversos periódicos avanzan lo que va a decir el President esta tarde en el Teatro. Desconozco si ya han asistido al preestreno de la obra o se lo inventan. Tanto da. 
No puedo dejar de recordar que todos los políticos han puesto en riesgo una sociedad magnífica, por una idea utópica que no ha avalado nunca la mayoría de la actual sociedad catalana. Han coartado nuestro entorno personal e intelectual, la estabilidad y el diálogo franco en las familias,...
Algunos políticos del Govern y del Gobierno hablaron y negociaron evitar el colapso. Algunos dicen que se pusieron de acuerdo en unos mínimos razonables, pero parece que no se atrevieron a aplicarlo. Les dio miedo la calle, las redes sociales, la lucha partidista,... Todo el mundo, los políticos independentistas y los unionistas, aquí y allá, jugaban con los respectivos electorados. Para los unionistas de allí, evitar el colapso no sumaba mucho. Sumaba más votos aplicar el palo. Aquí, lo que sumaba era decir que no nos daban miedo con la amenaza del palo. También pesó mucho la dinámica partidista de competencia entre ERC y PDeCat y entre el president Puigdemont y el vicepresident Junqueras; dinámica que hacía que todo el mundo compitiera para quedar más bien con la parroquia soberanista.
El ruido de las redes sociales les influyó mucho (y sigue haciéndolo) más de lo que debería haberlo hecho. Era y es un ruido arbitrado artificialmente, con medios digitales de la causa partidista, con personas físicas estimuladas debidamente por los gabinetes de comunicación pagados con dinero público aportado por gente de todas las sensibilidades. Pasó lo que pasó y desde la noche del 1 de octubre en Cataluña se impuso la confusión, la improvisación y el desgobierno. 
Ahora, casi un año después, el Parlament está de vacaciones larguísimas. El Gobierno Español parece que está más tranquilo (aunque proponga otra vez cosas que pudieron ser y que finalmente no fueron), pero hay fuerzas en el Estado que debería actuar de forma más madura, más serena. Si se debilitara la reacción exagerada del Estado en relación a los hechos ocurridos el año pasado, todo pasaría más deprisa y con menos daños colaterales.

En estos días, el idealismo está sobrevalorado. Un discurso del todo romántico e idealista, en el sentido peyorativo de esta palabra, nos ha llevado a una situación que nos ha desbordado a todos y de la que todavía estamos sufriendo las consecuencias. Cada trimestre que pasa, en esta situación, el despropósito aumenta. Más que ir encauzando la situación, se hace crónico el despropósito. Todos hemos ayudado. Hemos roto muchas cosas. Unos y otros. Para recuperarnos, es necesario que desde aquí se genere de nuevo un discurso que dé una oportunidad a la reconciliación de la mayor parte de catalanes. No deberíamos permitir que las "Redes orquestadas por los extremistas" nos vuelvan a nublar el juicio profundo y sereno. Los medios y las personas mas favorables a la Independencia dibujan y difunden la idea de una España negra, pseudofranquista, con gentuza que nos quiere mal y que no son democráticos ni dialogantes. Es una imagen injusta y ofensiva si se mete a todos los españoles en el mismo saco. O retocamos este discurso o hablar de reconciliación será muy difícil. 

Todos juntos debemos ser conscientes de que Cataluña no es un país independiente por la represión española, pero también (no lo olvidemos) porqué la mayoría de los catalanes no quiere. Por lo tanto, el trabajo que tiene que hacer el soberanismo no es renunciar a ningún ideal sino sencillamente empoderarse más y ganar mayores complicidades reales. Hablar mal de los que no piensan como tú, no hacer lo imposible para hablar con ellos y tratar de quedarse ciegos para que el otro se quede tuerto es una política muy mala. Hay un error de diagnóstico que cuanto antes corrijamos todos, mejor.
Hace un año los de ERC criticaron que Puigdemont pudiera pensar en convocar elecciones adelantadas y presionaron desde la política, desde la calle y sobre todo desde las redes para que no lo hiciera. Marta Rovira fue una de las más beligerantes. Parece que su táctica era hacer un pulso con el PDeCat pensando que, al final los del PDeCat aplicarían el criterio de los moderados, convocarían elecciones y ERC quedaría bien ante la ciudadanía más encendida, maximalista. Los pragmáticos quedarían, como siempre, en el espacio convergente. Les salió mal porque el presidente Puigdemont también fue muy idealista (o no resistió quedar delante de las Redes como el amedrentado, cobarde y malo) y no convocó las elecciones.
Desde que tienen a su líder en prisión, Esquerra (ERC) ha corregido su discurso. Las verdaderas razones del cambio las deben conocer unos cuantos y no las explican a la gente de la calle. Las redes y muchos periódicos (de todas las tendencias) están más llenos de propaganda que de información. Deberíamos celebrar la crítica, incluso la crítica injusta y la mentira. Al menos tolerarla. Una sociedad que se pretende abierta debería resistir y ser resiliente a todo esto. Lo que se debería combatir es que toda esa propaganda se haga con dinero público. Si no hay mercado para la mentira, no debería alimentarse desde la Administración. Si algunos tienen una línea editorial que consiste en derribar las ideas moderadas y liberales-progresistas que lo hagan. Lo que no es de recibo es que lo hagan con dinero público porque no tienen mercado real ni público suficiente que los quiera leer o escuchar y menos pagar para hacerlo. Están construyendo una sociedad artificial que condiciona decisiones políticas.


Uno puede ser más o menos pícaro, más táctico o más estratégico, pero hay momentos en que si ves que una decisión propia puede comprometer el progreso y el bienestar de la mayoría debes respirar hondo y aceptar que no te ha salido bien la jugada (o el farol) y tienes que parar, cambiar de estrategia e intentar hacer realidad tu sueño sin engañar a los demás.
Hacerlo es un acto de valentía que, en la mayor parte de los políticos brilla por su ausencia. Muchos catalanes apoyamos la idea independentista por una razón racional e instrumental. Si no hay manera de que reconozcan que somos una nación, que tenemos derecho a construir un proyecto político compartido pero finalmente propio, porque nos hemos de autolimitarnos? 
En mi fuero interno siempre pensé que esto posibilitaría una negociación seria. No pasó. Antes de volver a defender unilateralmente estas ideas, deberíamos calibrar todos bien el dolor que hemos causado entre todos y valorar si compensa. Quizás nos compensaría más volver a jugar la carta de la reconciliación e intentar de nuevo ensayar el encaje en el marco de una España plurinacional. Valoremos bien. Valoremos cuanto más podremos resistir el malestar que se sufre en el ambiente: familias y amigos que han dejado de hablar o al menos que tienen que estar continuamente midiendo muy bien sus palabras y evitar conversar sobre muchos temas para no romper definitivamente la convivencia. Valoremos bien cuanto más podremos soportar esta sociedad enrarecida y las consecuencias económicas y sociales que se derivan de seguir a pies juntillas, visceralmente ciertas consignas... Es evidente que no podemos hablar de política como hace unos años. Ahora, en una comida o en una cena tienes que ser muy cauto. Los hay que tienen familiares, amigos, gente apreciada en la cárcel o con peligro de que los puedan encarcelar. Otros que creen que todavía deberían haber más y “desinfectar” a fondo el territorio. Pensémoslo antes de volver a poner en marcha una maquinaria generadora de esta tensión y de seguirla ciegamente, porqué el péndulo oscila y a veces puede descontrolarse. 

Pensemos que aún con todos los “problemas”, vivíamos en una sociedad que mucha gente envidia. ¿Cuántos años más queremos estar con esta tensión que perjudica a todos? 
Todas las opciones partidistas son legítimas. Los ciudadanos debemos calibrar bien que opciones reales ofrece cada una de ellas y si estamos dispuestos a asumir las consecuencias de sus ofertas. Si no es así, mejor que apostemos a los juegos de azar. Aunque no ganemos nada, perderemos mucho menos. 



Parece que la Asamblea Nacional Catalana está planeando un “paro de país”. ¿De que país? ¿Catalunya o España? ¿Que proponen exactamente? ¿Qué complicidad tienen con la patronal y los sindicatos?, ¿Es sólo una ocurrencia de algunos o que entidades o lobbies la secundarán?
Algunos proponen que en nueve meses se haga efectiva la República y a otros les gustaría que los que proponen esas cosas viajaran al espacio interestelar y dejaran Tabarnia para los Tabarneses. La ideología y las ideas de todo el mundo importan, pero hay muchas y todas son respetables, solo que algunas no ligan con otras. Cuando las visiones que ciertos grupos de personas tienen del mundo son muy diferentes de las nuestras se tienen que respetar, sobre todo si las personas que las explican son nobles, honestas y consecuentes, pero eso no quiere decir que a todos nos parezcan bien y si las explican grupos políticos que tengamos que votar a sus candidatos. No deberían hacerlo los que piensen que si llegan a materializar sus ideas todos iremos peor que antes. Oímos repetidamente a los políticos independentistas decirnos una y otra vez que cumplen el "madat que la ciutadania els va donar el 1 d’octubre". Por mucho que lo repitan no será más cierto. El 1 de octubre fue una gran movilización, pero no justifica emprender ninguna decisión político-institucional.Unos dos millones largos de catalanes votaron afirmativamente, pero otros más de dos millones largos de catalanes no se sintieron interpelados y se sintieron vinculados al ordenamiento constitucional español. Cuando esto ocurre, cuando ningún país del mundo te reconoce tu nuevo Estado republicano, cuando España no te lo reconoce, cuando la sindicatura electoral cae la semana anterior, ¿que fue el 1 de octubre? Para mi fue una gran expresión de compromiso político con una idea. Es un aval a los que defienden esas ideas que solo les permite seguir batallando políticamente por estas ideas. Si algún día un futuro President de la Generalitat puede volver a proclamar la República Catalana, como le reclama la CUP al President Torra, me preocupa la reacción del Estado español. Si el Estado sabe tener la racionalidad, la sangre fría propia de un estado democrático maduro, podremos gestionar esto y lo que sea necesario. Ahora bien, si el Estado español sobreactúa, alimenta la confrontación, como vienen haciendo sin parar los extremistas de ambos bandos en litigio, puede tomar cualquier tipo de decisión y eso seguro que nos complicará mucho la vida a todos. Puede que a algunos deje de complicársela porqué pierdan la vida en el percance. No queremos mártires, queremos hombres sensatos que dialoguen controlando sus visceralidades.








Ojalá el President Torra, esta tarde se saque el conejo de la chistera, pero me temo que más de los mismo. Todo lo judicial se ralentiza y se retrasa. Supongo que el poder judicial dejará que pasen las tormentas del otoño y luego hará el juicio a los encausados catalanes. Eso implica más meses en prisión y cada mes que pasa con gente en la cárcel todo es más extraño y complica más la situación. 
En primavera del 2019 vendrán las elecciones municipales y seguramente aún estaremos en el mismo discurso de símbolos, aunque me gustaría que los grupos políticos nos hablasen de temas que importan al pueblo o a la ciudad donde residimos cada catalán. Tenemos muchísimos pendientes de resolver y necesitamos que nos expliquen como piensan hacerlo.


Necesitamos que el Estado y la ciudadanía ayuden a triunfar las ideas de la gente progresista, moderna, que estima el bien común y protege el interés general, honesta, intelectualmente y moralmente; que no se inventa realidades virtuales y sobre todo, que no nos sigan dando mas gato por liebre. En fin, todo esto ya está muy lejos y hasta entonces, aunque pasarán muchas cosas, yo voy a seguir diciendo lo que pienso y espero que los que me escuchen y lean también lo hagan; de forma constructiva y respetuosa, como siempre.