martes, 12 de marzo de 2013

Corruptos a prisión

La crisis sigue sin pagarla quien mayor responsabilidad ha tenido en su creación. Los ciudadanos dudan del buen hacer y honestidad de buena parte de políticos (centrales, autonómicos, diputaciones consejos comarcales, ayuntamientos, etc.) que han tenido responsabilidades de gobierno. 
La ciudadanía conoce, cada día nuevos escándalos de corrupción y malversación de fondos y percibe que la justicia es tan lenta que deja de ser justicia. El ciudadano tiene la percepción de que, con su palabrería vacía y la inmensa y enrevesada maraña de leyes que han legislado, extienden una gran cortina de humo y dan a entender que sus delitos de “cuello blanco” no son tales y por tanto quedan impunes. 
No hay conciencia de que ningún caso se solucione, de forma ejemplar, al simple entender de cualquier persona ética: 
Cuando un juez imputa a alguien apoyado en “indicios más que razonables” de que puede haber actuación impropia, debería ser inmediatamente separado de cualquier cargo público que ostentara. Luego ser juzgado con diligencia. Si resultara inocente: resarcido inmediatamente en sus cargos e indemnizado. Si resultara culpable: Primero que devuelvan el dinero robado, los intereses y el lucro cesante. Luego, para terminar de pagar la sanción, no deberían mandarlos a las cárceles-hotelito para altos cargos para que siguieran haciendo relaciones públicas y planeando los próximos desfalcos, sino a limpiar vías públicas y cunetas, sacar chicles de las aceras, limpiar bosques y a prestar todo tipo de servicios a la comunidad para que aprendieran lo que es ser “servidores públicos”. 
Algunos nos dicen que toda sociedad tiene los gobernantes que se merece, que los españoles tienen su propio modo de ser: son por lo general incultos, envidiosos, vagos (cuanto menos curro mejor), no penalizan la acción de engañar-sisar-robar (no roba más que el que no puede y no defrauda sólo el que no puede librarse), jetas, chulillos, ruidosos, se les va la energía por la boca (mucho quejarse y poco ocuparse), etc. Resultado: cuando, a un individuo adornado con estas cualidades, le dan un poco de poder... pasa lo que pasa. 
Ni todo es cierto ni todo mentira. Lo que sí es cierto es que hay más de 6 millones de parados, más de 3 millones jóvenes. Los que encuentran trabajo es un subtrabajo, infrapagado. Los mejores universitarios sólo tienen la opción de emigrar para empezar trabajando en un minijob mientras perfeccionan el idioma del país de acogida y buscan un trabajo a la altura de sus conocimientos. 
Los que no tienen formación están malviviendo con la ayuda de sus familias y esperando un milagro. 
Se han organizado algunas movilizaciones pero no pasa nada. Muchas veces no se sabe concretamente contra quien debe protestarse para que arregle el problema y/o no se protesta en el lugar adecuado, ni contra las personas adecuadas. Muchas veces las protestas tienen un efecto negativo contra otros ciudadanos que también sufren los efectos de la crisis y tienen poca responsabilidad en el tema. 
Recuerdo poquísimas protestas delante de los parlamentos, congreso, diputaciones, ayuntamientos bancos públicos (Bankia, Catalunya Caixa, etc.) reclamando a políticos y banqueros soluciones reales a la crisis y depuración de los corruptos. 

Todas las cúpulas están bajo sospecha y no se debería cejar en exigir directa y continuadamente, en sus lugares de trabajo, pidiéndoles que busquen soluciones buenas para la ciudadanía y expliquen su plan o alternativas para el largo plazo (no sirven improvisaciones o destape de exigencias externas) y si no exponen planes convincentes y los cumplen, debería exigirse y provocarse su dimisión.
©JAS2013

1 comentario:

Rosa M dijo...

Lo que yo decretaría es que fueran condenados a devolver lo robado y, si no es posible porque no se halla, que se les condenara a trabajos en beneficio de la comunidad hasta enjugar la deuda. Naturalmente la remuneración de los TBC = salario mínimo profesional.