martes, 19 de febrero de 2013

EL CAOS EN LA ESCUELA

Siempre he procurado buscar tiempo para cultivar la mente, para disfrutar del placer de aprender, para preguntarme sobre los porqués de la vida, para mirar las cosas desde diferentes perspectivas y procurar entender esta sociedad enrevesada que hemos contribuido a formar entre todos.
Tan audaz como la rebelde muchacha de Londres… Tan fuerte como su maestro debía ser.
De joven siempre me habían fascinado las películas tipo “Rebelión en las aulas”, “El Club de los emperadores”, “El club de los poetas muertos”, etc., en las que un superprofesor daba clase a unos alumnos que aunque desaventajados, tenían el privilegio de asistir a las clases de un brillante profesor que conseguía, con su magia, dar un vuelco a sus vidas y convertirlos en hombres de provecho. Los alumnos me inspiraban una sana envidia y los profesores una gran admiración e intriga. Ojalá pudiera hablar con ellos y preguntarles por el secreto de sus maravillosas dotes pedagógicas, me decía.
Para mi desgracia, nunca encontré uno de esos extraordinarios profesores que me acompañaran por los huidizos y difíciles caminos del saber. Intenté aprender con los medios que en cada momento puede agenciarme y por suerte, nunca me faltó automotivación. Como es natural, siempre que hay que elegir, siempre hay que dejar algo atrás y nunca sabré como hubiera sido mi vida si… Tampoco importa. Cuando uno toma una decisión “razonada” con los medios y conocimientos de que dispone en ese momento concreto, esa es la mejor decisión que puede tomar. De nada sirve arrepentirse o preguntarse que hubiera pasado si hubiera tomado otra.
Volviendo al tema, lo que nunca he visto en mi entorno es que nadie consiga motivar a los demás para que cambien su comportamiento, como en esas películas tan emotivas, si ellos no quieren. Historias muy bonitas, pero poco realistas y muy teórico-utópicas. Me gustaría que alguien me contara alguna, si tuviera referencias.
Según Antoni Dalmases que ha escrito y publicado recientemente el libro “El caos a l’escola”, uno aprende sólo las cosas que le interesa aprender. No sirve de nada imponer cualquier aprendizaje a un joven o adulto. Sólo aprenderá bien, lo que le despierte interés. Por ejemplo, un juego multimedia cuanto más difícil es, más interés produce y no importa las horas que se tenga que pasar el joven delante de la pantalla intentando ganar al software. Cuanto más grande sea el reto, mejor. En cambio cualquier tarea escolar, aunque sea mucho más fácil que el juego, pondrá mil pegas o directamente se negará a hacerla.
Mi experiencia personal me confirma las opiniones del profesor Dalmases. Pienso que lo único que puede hacer alguien que tenga que enseñar, a un grupo de personas con motivación heterogénea por aprender, es encontrar algo que incentive la curiosidad de esas personas por aprender. En el caso de los jóvenes, si se consigue que esa actividad suponga un disfrute para ellos, se logrará que sigan aprendiendo de mayores durante toda su vida. A los que no se infecten de este virus, lo único que pueden hacer los maestros, es procurar que molesten lo menos posible, a los que si quieren aprender y rezar para que los contaminen lo menos posible con su desidia y desinterés.

Las escuelas no pueden enseñar y educar al mismo tiempo. Los niños deben llegar a la escuela educados desde sus familias y en ellas practicar, compartir, desarrollar y mejorar lo que han aprendido en casa.
Una persona que no tiene curiosidad e ilusión por aprender es muy difícil motivarlo para que lo haga. Si un niño no viene a la escuela educado y motivado por sus padres para aprender, es muy difícil conseguir enseñarle algo de provecho. Si un niño no ve en su casa que sus padres, tienen interés por aprender y observa en ellos comportamientos que den fe de esa importancia, difícilmente valorará la importancia del aprendizaje.
Recuerdo cuando era jovencito que todos los mayores eran super-buenos-conductores. Los hombres bebían coñac, champan y dos cubatas de postre y no tenía problema en ponerse a 100 al volante. ¡Controlaban como un "fitipaldi" cualquiera!. ¡Sin comentarios!.
Hace diez años se pusieron de moda las cámaras digitales y todo el mundo se puso a hacer fotos. Al no tener la necesidad de comprar un carrete e ir a la tienda para revelarlas todo era muy barato. Además era fácil. Cualquiera era capaz de apretar un botón y zas al instante veías la foto en la pantallita. Más tarde se podían enviar inmediatamente a un amigo o familiar mediante el móvil. Parecía que se acabaría el trabajo para los fotógrafos profesionales. Por suerte el trabajo de calidad y la excelencia siempre tendrá su mercado.
Ya hace bastantes años que se oye afirmar a la mayoría de los abuelos y a bastantes padres que sus nietos son unos informáticos excelentes. Muchas personas piensan que los niños de ahora nacen dominando el uso de las “nuevas tecnologías digitales”. En realidad no dominan nada, la mayoría se limitan a apretar botones. Imitando lo que ven hacer a sus padres, descubren que, apretando un botón determinado, la máquina (si dispone del software adecuado) les da una respuesta determinada que capta la atención de sus sentidos (colores y música). Parece que nadie se da cuenta que lo importante sigue siendo saber escuchar, leer y comprender, pensar y luego comunicar, escribiendo, hablando y dialogando.
Estas habilidades no las realizan las TIC’s ni el software, puesto que son sólo un medio y no la finalidad como parece que creen algunos. Algo similar a lo que pasa cuando la gente ve buenas fotos o vídeos. Lo primero que dicen es: “eso debe haberse hecho con una cámara muy buena (costosa)” o “Claro, lo pasan por el Photoshop y así salen tan bien”, como si por el sólo hecho de tener una cámara cara o tener el Photoshop instalado en el ordenador, estuviera todo resuelto. En algunos casos tal vez sea condición necesaria, pero nunca suficiente. Es como el que desea tener un “cuerpo 10” y piensa que basta con apuntarse a un club deportivo caro. Quien desee producir algo con “valor”, debe aprender, pensar, crear y mejorar continuamente por sí mismo.
Todos hemos visto correcciones de dictados o redacciones en que parecía verse más el rojo que el negro. No sé si actualmente hacen estos ejercicios en las escuelas, pero a tenor de lo que se ve en algunos comentarios y mensajes, la visión anterior sería de lo más normal. Eso aún contando con las herramientas de corrección que tienen las herramientas de escritura digital actuales. Pues bien, un psicólogo le dijo a un maestro que no corrigiera las redacciones con rotulador rojo, porqué traumatizaba a algunos niños. Parece que el mensaje subliminal que escondía el consejo era: “No les corrijas”, “no les muestres que no lo hacen bien”, “no les muestres que no todos son iguales ni aprovechan lo mismo tus enseñanzas”.
¿Qué tipo de ciudadanos queremos en nuestra sociedad?
¿Deseamos tener personas neutras, que no piensen más que en hacer dinero sin importar como; venerando la cultura del “Todo vale”, del pelotazo, de la corrupción, del enchufismo, etc.? Seguro que cierto tipo “lobbies de poder” prefieren tener personas que no piensen, porqué son más fácilmente domesticables. Basta con enseñarles a responder a determinados impulsos para conseguir sus objetivos (los de los grupos de poder claro). ¡Todos contentos y engañados!.
No sería mejor darles a los jóvenes la alimentación adecuada, no sólo física, sino también intelectual, para que se actúe socialmente con sentido común, decencia y corrección. Para que sean coherentes y eficaces, bien educados, tranquilos, felices, capaces de convivir en sociedad y aportar algo positivo a la misma.

Todos conocemos a personas muy maleducadas que han ido a escuelas carísimas y también a mucha gente que consideran maleducado o al menos políticamente incorrecto, al que dice abiertamente que el “rey va desnudo".



Sin confianza, sinceridad y seguridad en uno mismo y asertividad se pueden perpetuar los planes y creencias más estúpidas. Por miedo a que nos crean tontos no cuestionamos las injusticias y contradicciones de la sociedad actual. Esperemos cada vez más personas dejen de lado lo “políticamente correcto” y se atrevan a hablar claro y reclamar sus derechos y desenmascarar a los que se los niegan.
En estos tiempos, a pesar de que nuestros dirigentes nos repiten que tenemos más libertad de expresión de nunca, más democracia que nunca, más justicia que nunca, mas de todo que nunca, estamos envueltos en tantas sinrazones y barbaridades, que pueden secar el cerebro al más cuerdo. Sus políticas y “propogandas” hacen que se asuman como normales las arbitrariedades, irregularidades, tropelías y abusos varios. Que se consideren normales las desvergüenzas y la falta de orden y justicia y se admita como normal la difamación y la falta de respeto. Incluso que se tolere o explique la violencia que puede ir vestida con diversos ropajes.
Faltan personas instruidas, pero más aún se echa de menos mucha educación de la buena, de la que hace muchos años se daba en las familias, se acompañaba en las escuelas y se practicaba socialmente.

Ahora muchos enseñantes están cansados de que los políticos no les dejen realizar su trabajo; máxime cuando muchos de ellos tienen reducidos conocimientos sobre la materia y un nivel de formación general bastante deficiente.
El domingo anterior, el programa “Salvados” en la Sexta nos mostró una faceta de la educación finlandesa. Oyendo las explicaciones de una profesora autóctona y dos becarias españolas, me maravillaba de lo que contaban. Supongo que por la historia del estado finlandés, esa sociedad es más proclive a prácticas bondadosas y al empleo de la “buena fe”.
En España, la cultura de la picaresca y las actitudes hipócritas ya era retratada en novelas como el Lazarillo de Tormes en el siglo XVI. Mucho queda de esta cultura en nuestros días: Al más pillo se le llama listo. El más valorado no es el científico o el emprendedor que desarrolla excelentes productos o servicios y los comercializa con beneficios sino el que gana “kilos” revendiendo pisos o traspasando terrenos recalificados con algún soborno. Aquí se considera que lo malo no es robar, sino que te pillen. En la etapa escolar se sienten bien los que copian y aprueban y mal los que no han copiado y después de mucho trabajo, han suspendido o han aprobado con un cinquillo justo. ¡El mundo al revés! El sentido común y la corrección han perdido. ¡Esto es fatal!
Al contrario de Finlandia, en que se considera que la educación es un tema tan importante que está por encima de los politiqueos y que planifican a larguísimo plazo para el bien global de los individuos y de la sociedad, en España, pocos jóvenes han podido realizar todos sus estudios con un solo plan de educación. En Finlandia han pasado muchos gobiernos sin cambiar drásticamente el sistema educativo; en España casi cada gobierno ha hecho una ley nueva. Entre otras la LOGSE, inventada para esconder un problema social, no para mejorar la enseñanza.

Hay que tener claro si queremos que las escuelas sean “centros de estudio” o “centros de acogida”. ¡Las dos cosas a la vez no funcionan!
Los padres que quieren tener a sus hijos en un centro que les imparta una “buena formación académica” no los tendrán en un “centro de acogida” cualquiera. Ahora bien, ¿Qué entiende cada cual por “buena”?. Muchos padres desean una “buena escuela” que prepare a los jóvenes para desarrollar una profesión. Otros prefieren, por lo menos hasta los 16 años, que aprendan a pensar. Por ejemplo estudiando como pensaron, hablaron y escribieron los “mejores” desde la antigüedad hasta nuestros días.
Sea cualquiera la opción escogida, lo que estos padres no quieren es que sus hijos convivan con la “peña” que van al cole-instituto-centro de acogida a pasar el tiempo molestando-retrasando a los que si quieren aprender. Muchos alumnos aplicados les reclaman a sus profesores: “¡Hecha a este gamberro de una vez!”.

El profesor no puede, porque la ley no se lo permite, sin entender que la libertad de unos termina donde empieza la de los otros. Los que quieren aprender no tienen más remedio que aprender a tolerar a los que molestan y esperar a que se aburran y dejen de asistir a clase. Entonces será cuando podrán aprender eficazmente. Lo demencial del tema es que hay personas que no trabajan y molestan a los demás; van pasando de curso y otros que trabajan y se esfuerzan, a lo mejor se llevan peores notas que los que no están por la labor.
Este tipo de comportamientos… ¿Qué tipo de sociedad producirán?
Los límites del lenguaje de cada persona son los límites de su mundo. Cada uno debe esforzarse en aprender a leer y escuchar para entender el mensaje que se nos quiere transmitir. También es imprescindible aprender a escribir y hablar, porqué es fundamental para comunicarse con los demás.
En la escuela se dedica bastantes horas a enseñar cómo resolver raíces cuadradas o mínimos común denominadores y fuera de este ambiente académico, prácticamente nadie ha utilizado ni una sola vez estos conocimientos. En cambio, todo el tiempo que se dedique a aprender a hablar, leer y escribir bien es poco, porque es casi tan útil como el respirar. Una escuela es un ambiente lingüístico que, además, transmite conocimientos sobre lo que es la lengua y sobre lo que se puede hacer con ella. Ojalá algún día se entienda que para cualquier actividad, el dominio del lenguaje es imprescindible, porqué nuestras palabras y expresiones son un reflejo de nosotros mismos.
©JAS2013

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