jueves, 29 de septiembre de 2016

Futuro de los millenials

La economía planetaria se halla en un círculo vicioso que carece de salida lateral. No oirán esto en ningún programa televisivo “prime time” ni lo leerán en ninguna cabecera de medio escrito, por que esta afirmación da miedo con sólo pensar en ella. 
Mme. Lagarde pide “medidas estructurales que estimulen el consumo y la inversión”. Al mismo tiempo, el FMI dice que la productividad tiene que aumentar para que el crecimiento repunte, cuando por otro lado nos dicen que el déficit ha de ser reducido al precio que sea y la deuda ya no puede aumentar más; aún sabiendo que aumentos de productividad derivan en desempleo estructural y en caídas salariales, lo cual incide negativamente en el consumo y en la recaudación fiscal. 
A todo eso hay que añadir unos bancos con muchas sospechas sobre la calidad real de sus activos. 
En el 2007 entramos en ese círculo y ahí seguimos, y la única forma de salir del mismo es a través de un cambio de modelo —que ya se está cociendo— que va a trasladar a la mayoría, a un lugar bastante “inhóspito”. 
Con estas perspectivas… ¿qué futuro les espera a los millennials
Estos jóvenes adultos enfrentan momentos económicos difíciles, donde un título universitario, incluso una especialización y saber hablar y entender varios idiomas, ya no es garantía de estabilidad económica como lo fue para sus padres y abuelos. 
Una de las cosas que cada vez están más claras es que la sustitución del trabajo humano por procesos robotizados es y será menor, cuanto mayor sea la implicación personal en la tarea. Es decir, cuidar y enseñar a niños de diez años o asear a ancianos tiene mucho más lejos la automatización que un trabajo administrativo, aunque sea de alto nivel. 
Es de esperar que la cuantía de la renta básica —cuando se implante— será suficiente para cubrir las necesidades esenciales de una persona, y aunque los precios decrezcan mucho, debido a los aumentos de productividad que se irán produciendo, entiendo que será bastante superior a los 426 euros —cantidad que algunos parados cobran actualmente— a no ser que esté complementada con algo parecido a los ‘bonos de comida’ vigentes en USA para las rentas bajas. 
Conocer las expectativas futuras para la próxima generación es un imposible. Tal y como se están produciendo los cambios en la educación —por la tipología de esos cambios y por su velocidad—, es absolutamente imposible saber hoy qué necesidades de cualificación personal será las necesarias para dentro de 20 años. Lo que si puede deducirse, a no ser que se produzca una involución provocada por un cataclismo, es que la demanda de trabajo —la cantidad de personas necesarias para contribuir a los procesos productivos— será baja, porque la evolución de su tendencia será decreciente. 
El consejo que pudiéramos dar, para ayudar a tomar decisiones, a la próxima generación dependerá de elementos sobre los que los interesados no tienen ninguna influencia: el nivel de inteligencia de cada cual, su carácter, su capacidad de proactividad, su capacidad de esforzarse y hasta sacrificarse, el nivel de vida-gasto que desee llevar,… 
De todas formas, siempre ha sido bueno tener interés por las cosas, ser muy curioso, esforzarse en preguntar a los que saben y han conseguido llevar el nivel de vida que quieran alcanzar, aprendiendo de sus actos y forma de vida. Si el joven “apunta maneras” y demuestra una tendencia, un gusto por algo o hacia algo, es bueno fomentarlo porque ese gusto puede ser la puerta de entrada hacia una profesión. Aunque lo parezca, ‘la gente’, y en concreto los jóvenes no pasan de todo. Sus ojos y orejas están abiertos a todas las influencias y si ven/0yen cosas válidas e interesantes, las incorporan; otra cosa es que lo manifiesten antes o después y mucho menos que muestren reconocimiento a su coach o aprecio por el consejo recibido. 
Cada vez se está extendiendo más una realidad: lo importante es saber hacer “algo” bien, destacar en algún campo, independientemente de cómo se haya obtenido ese conocimiento. 
En todos los órdenes de la vida cada vez es más imprescindible ser flexible —eso también vale para la educación y para aprender un oficio—, estar abierto a todo y por tanto no cerrarse a ningún aprendizaje ni a ningún tipo de trabajo. Escoger y mejorar vendrá después. 
©JuanJAS

Publicaciones del FMI


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