miércoles, 21 de enero de 2015

Riqueza: tenerlo todo y querer más

En el año 2010 las 388 personas más ricas del mundo poseían casi la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial: 3.500 millones de personas. 
Esta cifra es ahora de tan solo 80 personas. En términos de efectivo, la riqueza de las 80 personas más ricas se ha duplicado entre 2009 y 2014.
La riqueza que poseen los 70 millones de personas más ricas del planeta podría superar el año que viene a la que tienen conjuntamente los 7.000 millones restantes. Si no se toman medidas para detener el vertiginoso incremento de la desigualdad, el 1% más rico tendrá en 2016 más del 50% de toda la riqueza del planeta, más que el 99% de la población. Los sectores que más se están enriqueciendo son el farmacéutico, finanzas y seguros. 
El 20% de los milmillonarios tiene intereses en los sectores financiero y de seguros, y vieron cómo el valor de su fortuna aumentó un 11% en los doce meses anteriores a marzo de 2014. Los del sector farmacéutico y sanitario incrementaron su fortuna en un 47%. 
La riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña elite. Esta elite rica ha creado y mantenido su vasta fortuna ayudada por las actividades que desarrollan los lobbies, financiados para defender sus intereses en un puñado de sectores económicos importantes, como el financiero, el farmacéutico y el de atención sanitaria. Cada uno es libre de defender sus intereses, el problema llega cuando estos grupos de presión tratan de influir sobre cuestiones presupuestarias y fiscales, es decir, sobre recursos públicos que deberían orientarse a beneficiar al conjunto de la ciudadanía. Por ejemplo facilitando el acceso a medicamentos vitales a las personas que no pueden pagarlos, en lugar de refrendar los intereses de los poderosos lobistas. 
España es uno de los países con más desigualdad de rentas de Europa y es también el país en el que el sistema fiscal (con las políticas de ingresos y gastos) es menos efectivo en la reducción de la desigualdad. Mientras el 1% más rico de la población española concentra más riqueza que el 70% más pobre, la dirección de las políticas actuales refuerza esta concentración de riqueza en manos de unos pocos, en lugar de buscar una mayor redistribución y equidad. 
La desigualdad extrema perjudica enormemente a los más pobres, pero también daña el crecimiento económico del conjunto de la sociedad y por tanto el posible beneficio futuro de los ricos. Por ello sería buen para todos:
1. Hacer de la lucha contra la desigualdad un objetivo internacional. ¡Imprescindible!, diría yo.
2. Distribuir el esfuerzo fiscal de forma justa y equitativa, trasladando parte de la carga tributaria del trabajo y el consumo al patrimonio y el capital.
3.  Frenar la evasión y la elusión fiscal por parte de grandes empresas y los más ricos.
4. Invertir en servicios públicos gratuitos y universales, como la sanidad, educación e investigación para el bien común.
5.  Fijar un salario mínimo para que todos los trabajadores alcancen un nivel de vida digno.
6. Lograr la igualdad salarial para cualquiera que haga un trabajo equivalente, independientemente de la raza o sexo. 
7. Garantizar sistemas de protección social adecuados para las personas más pobres incluidos un sistema de garantía de ingresos mínimos.
8. Propongan ustedes todo lo que estimen oportuno. Hay mucho trabajo por hacer y el "1% de los top-ricos" no lo harán por ustedes. No lo han hecho nunca y no encuentro razones para que cambien sin ayuda externa.
Este último año hemos visto como líderes mundiales de la talla de Barak Obama o Christine Lagarde han hablado sobre la necesidad de combatir la desigualdad extrema, pero seguimos esperando, sentados, que prediquen dando ejemplo. Por el momento, ningún partido incorpora, en sus programas electorales, medidas concretas y factibles para reducir la desigualdad.
Ha llegado el momento de que nuestros líderes se enfrenten a los intereses creados que impiden lograr un mundo más justo y próspero, e incluyan, en sus programas económicos,  medidas que permitan al Estado recaudar más de los que más tienen y redistribuir la riqueza, en forma de inversión en servicios sociales básicos y políticas públicas que beneficien a los más vulnerables. Y esto hay que hacerlo a nivel MUNDIAL. 
Esta es la palabra clave: 
¡Todos los gobiernos!. 
¡Mundialmente! 
Porqué mientras haya un sitio donde esconder su dinero, lejos del fisco, o mientras haya algún resquicio legal que permita eludir o reducir el pago de los impuestos, los muy ricos seguirán sin contribuir proporcionalmente al bienestar general, al mismo tiempo que seguirán cuidando de cargar la mayoría del esfuerzo responsable y en manos de la sufrida clase media. La que soporta en exclusiva las políticas sociales, aunque sea en gran parte porqué no tiene suficiente dinero para encontrar un método eficaz de elusión fiscal. 
A todos nos gusta disfrutar la fiesta, sobre todo si la pagan otros. Los muy ricos se montan sus propias fiestas privadas y sólo, en contadas ocasiones, van a las públicas para hacer estudio de campo y por supuesto, no pagan nada. Los pobres se apuntan a todas las que pueden y con lo pobres y mal alimentados que están, zampan y consumen todo lo que pueden. Las clases medias, que pagan la fiesta, van tan casados, después de generar recursos para todos, que no les quedan ganas ni de comer ni de divertirse y sólo sacan fuerzas para reunirse en corrillo y lamentarse de su mala suerte. Por desgracia para ellos, tienen internalizado en su ADN que deben trabajar y generar recursos para no padecer cuando vengan malos tiempos. A pesar de que son conscientes que hay mucha gente detrás de su dinero, no detrás de su esfuerzo, y que el Estado y multitud de ONG’s, muchas ineficientes, les quitarán todo el que puedan, en nombre de una solidaridad mal entendida. Puede ser políticamente incorrecto, pero ya es hora de dejar la hipocresía a un lado y llamar a las cosas por su nombre.

Para algunos, el informe Oxfam es un escándalo y piensan que algunos políticos, organizaciones y personas, que sólo han leído titulares u oído repetidamente por los medios alusiones al tema sin profundizar, pueden interpretarlo inadecuadamente de forma populista. 
Tal vez mas que la desigualdad en la riqueza, importe la desigualdad en la renta. La riqueza es la abundancia de recursos valuables, posesiones materiales o el control de tales activos y hoy en día, es muy difícil de medir. Es subjetiva y cambiante. 
Entre 2009 y el 2014 se ha producido un aumento artificial de la riqueza, fruto de la política monetaria de la FED y sus QE. Hoy la última entrega del BCE que anuncia un programa de compra de activos por 60.000 millones de euros hasta 2016.
Bandazos del IBEX durante el discurso de Draghi (BCE)
Sin embargo, cuando la FED o el BCE empiece a subir los tipos de interés, toda esta “riqueza” que se atribuye a los tenedores de valores mobiliarios (no sólo los muy ricos tienen alguna participación en Fondos, acciones, Planes de Pensiones, etc.) se esfumará.
Muchos de estos “ricos” son en realidad “artificialmente más ricos”, porqué si la bolsa se desplomara un 50%, reducirían su riqueza a niveles del año 2009, en lo m´s profundo de la crisis. Si eso sucediera, la noticia debería ser: "Las 80 personas más ricas se han empobrecido más que todo el resto del planeta". Dudo que la mayoría de las personas y de los medios le dieran demasiada relevancia. No porque no se puedan producir bajadas del 50% en el mercado de valores sino porqué, entre la mayoría de la población, aún persiste la idea de que la riqueza se mide, como hace 200 años, según la extensión de tierra, el número de mansiones y el peso del oro que se poseía. Lo cierto es que desde 1971 ya no se puede convertir el dólar en oro y no es de oro y diamantes, toda “fortuna” que reluce en los medios.
La Vanguardia publicó el siguiente artículo “La riqueza de las familias vuelve a las cifras previas a la crisis del 2007” y todo el mundo sonrío porqué no se lo creían. Tampoco cuando se les muestraban las cifras. 
Como sucede en la mayoría de las ocasiones, hay un malentendido: se confunde, o simplemente no se diferencia, entra riqueza real i ficticia. 
En los círculos bursátiles, se comenta a menudo: “Sólo los necios confunden valor con precio”. Parece que insulten a la mayoría pero hay que ser conscientes que un bien, servicio, acción o cualquier valor cotizado en un mercado, de bienes o de capitales, tiene un valor intrínseco, si bien en la mayoría de las ocasiones, siempre hay quien está dispuesto a pagar más o menos de ese valor, dependiendo de múltiples factores. Por ello, las acciones de la compañía X se pueden vender y comprar en bolsa, al “precio” que estén dispuestos a cerrar comprador y vendedor y normalmente, no coincide con el verdadero "valor" de esa acción. La diferencia entre Valor y precio alcanza su zenit en el momento de estallido de las crisis. Recuerden la “Tulipomanía”. (Anexo al pie)
La gente deberíamos ser permanentemente conscientes de la diferencia entre “valor” y “precio” de un producto, servicio o inversión. 
Principalmente los políticos que hacen discursos, los tertulianos que hablan de todo por las televisiones y los periodistas que escriben en la prensa (a veces incluida la salmón), deberían afinar en sus comunicados para no confundir al personal y llevarlo a falsas interpretaciones o confusiones. El resto de mortales consumidores de los productos y servicios, que generan los anteriores "ricos"y poderosos, que suelen reunirse en Davos, haríamos bien en recordar una reflexión atribuida a Henry Ford: “Pensar es el trabajo más duro que hay, y es probablemente la razón por la que pocos se dedican al mismo”.

La política monetaria basada en generar crecimiento a base de hacer aumentar el precio de los activos, para que puedan usarlos como colaterales y poder aumentar el consumo y la inversión a crédito, aparte de insostenible, aumenta las desigualdades. Porque aumentado el precio de los activos, se aumenta la riqueza de los que tienen más activos, los más ricos. Y para ilustrarlo, sirva este ejemplo: supongamos que tengo un campo que produce 1.000 manzanas cada año y el precio de la manzana es de 20 céntimos. Si capitalizamos los ingresos al 5% de interés, el valor del campo será 4.000 = (0,2*1.000/5%).
Se pueden producir dos situaciones:
1ª Una aumento real del valor del campo, fruto de una aumento de la productividad. Si el campo pasa a producir 1.100 manzanas cada año, el valor del campo seria 4.400.
2ª Un aumento ficticio del valor del campo, fruto de una bajada de los tipos de interés. Si el tipo de interés de capitalización pasa del 5% al 4%, el valor del campo pasaría a valer 5.000 = (0,2*1.000/4%).
Vemos que el aumento de la riqueza de las familias es ficticia, ya que se produce básicamente en las inversiones mobiliarias (acciones, fondos y PP cuya cotización se ha incrementado, fruto de la política del BCE y sobre todo de la FED. Pero a la que suban los tipos de interés para frenar la inflación, toda esta riqueza ficticia desaparecerá, como sucedió con los inmuebles. Está claro que la productividad de las empresas no se ha incrementado en el mismo porcentaje.
La riqueza de las familias, de forma legal,
sólo se puede incrementar trabajando,
aumentando la productividad, ahorrando y
poniendo a trabajar estos ahorros.
Lo que si indicaría un aumento real de la riqueza de las familias, sería que estas hubieran aumentado sus ahorros (efectivo, depósitos, propiedades, negocios generadores de beneficios, etc.). 
En verdad, los Bancos Centrales intentan estimular el consumo y la inversión a base de hacernos creer que somos más ricos (recuerdan a principios de siglo que todos, con un piso y cuatro ahorrillos, la mayoría éramos millonarios). Casi siempre los espejismos se aclaran y la realidad termina imponiéndose. Nos bajo de golpe de la nube al suelo con un buen descalabro para la mayoría. Lo que nos habían explicado nuestros abuelos que, dicho sea de paso, siempre pensaron que nos habíamos vuelto locos, seguía siendo verdad: la riqueza de las familias, de forma legal, sólo se puede incrementar trabajando, aumentando la productividad, ahorrando y poniendo a trabajar estos ahorros. 
También sucede que, muchas veces, los incrementos en la desigualdad en las rentas, se dan porque los que tienen más dinero, tienen una proporción mayor de su patrimonio en productos mobiliarios y ello comporta que sean los más beneficiados de los incrementos artificiales de riqueza que llevan a cabo los bancos centrales.

Entiendo la necesidad imperiosa actual de reducir la concentración de la riqueza, porque cuando uno está al borde de la muerte por inanición, necesita prioritariamente comida. 
Solventado este primer punto de imperiosa necesidad, como adultos y responsables de nuestro bienestar y del de nuestras familias, todos deberíamos ser consecuentes con las decisiones que en cada momento tomamos y parodiando el mandamiento, no desear el dinero del prójimo ni que el ¿Estado? se responsabilice de facilitarnos todos nuestros derechos, esforzándonos al máximo por trabajar mucho y ahorrar lo que podamos para cuando lo necesitemos. Si todos lo hiciéramos así, habría mucho más dinero para atender los casos realmente necesarios que pueda haber en la sociedad. También ayudaría mucho rebajar el nivel de picaresca, porqué no dudo que estén todos los que son, pero seguro que no son todos los que están. Esto entra dentro de la lista de deberes, que mucha gente olvida para no practicarlos, que también los tenemos. 
Si los ricos roban tanto, ¿porqué no debemos robar nosotros lo poco que podamos?. A este respecto, el Estado debería legislar para que la policía y los tribunales pudieran controlar y minimizar los comportamientos de corrupción, insolidaridad e incivismo de TODOS. Debería emplear, con eficiencia, eficacia, ecuanimidad y transparencia, el dinero recaudado a los ciudadanos físicos, jurídicos y empresas, en proporcionar un buen sistema público educativo y de salud, así como mantener operativo todos los servicios públicos de su competencia. Este comportamiento por si sólo, proporcionaría mucho bienestar a la sociedad. 
El Estado debería garantizar a todos los ciudadanos, una perfecta igualdad de oportunidades para formarse, para acceder a la sanidad, para acceder a la justicia, sin discriminación de ningún tipo y todo ello dentro de un medio transparente. De esta forma, el conseguir mayor o menor riqueza, dependería de las ganas de trabajar que tuviera cada cual y de sus habilidades personales. Por todo esto, el reparto de la riqueza "equitativamente" me parece muy equivocado. Si uno se esfuerza pensando, trabajando, estudiando o arriesgando capital en un negocio o empresa, es lógico que reciba beneficios y recompensa como pago a su dedicación, esfuerzo y asunción de riesgo. El que ha decidido no trabajar y vivir de “¡el sabrá como y de quién!” o ha decidido que es mejor “vivir la vida” que producir, ahorrar y guardar para la vejez o cualquier variable intermedia, no debería pretender vivir a costa de los capaces y productivos que han decidido aplazar el “placer del consumo” no derrochando y utilizarlo cuando más lo precisen. 
Seguro que conocen el caso de algún joven, durante los años en que todos éramos ricos gracias a la fiebre especulativa inmobiliaria, que dejó de estudiar algo que pensaban no necesitar para ganar una “pasta gansa” en el tajo. Cuando explotó la burbuja, todo fueron lloros y lamentaciones porqué esos chicos tan sobrados que dominaban como nadie el cotarro, solo sabían colocar tochos. En fin, hay tantos ejemplos de estos temas. 
Me parece que los cuentos de “La cigarra y la hormiga”, “La lechera” y aforismos como “¡que investiguen ellos!” y sus correspondientes corolarios, deberían ser objeto de estudio y debate en las escuelas y de amplia difusión en las televisiones, como si de leyes universales se tratara, que por ningún motivo conviene olvidar ni desatender. El que tenga una opción mejor (distinto de deseo) que la exponga, pero por favor, no me repitan que algún “otro” pague la fiesta. La hormiga está apunto de diñarla.
©JuanJAS


PD.-

La Tulipmanía
La citada locura del tulipán surge durante el primer tercio del siglo XVII. En aquel momento el cultivo del tulipán en Europa Occidental era relativamente reciente (se introdujo desde Turquía en el siglo anterior), pero la selección genética (desde el punto de vista de la jardinería) de la época consiguió una gran diversidad de híbridos y bulbos muy vistosos que causaron sensación en el mercado de la ornamentación.
La moda pronto se convirtió en fiebre y en los principales estados de Europa Occidental (Francia y Holanda) comenzó la locura. Los bulbos de tulipán se compraban como una garantía de beneficio y se llegaban a pagar cantidades astronómicas por ellos, llegando a intercambiarse por propiedades como casas o animales de labranza. 
El colmo de la burbuja llegó cuando la demanda sobrepasó las existencias de bulbos y los especuladores financieros empezaron a vender notas de crédito y no tulipanes. La burbuja estalló y de pronto se empezó a perder el interés por los tulipanes, cayendo su precio en barrena y arruinando a los que con el intercambio de sus propiedades y dinero habían codiciado los dichosos bulbos. 
Evidentemente algunos encontraron en este fenómeno riqueza y bonanza, pero muchos mas (los enganchados y los que no supieron retirarse a tiempo) se quedaron sin nada. Bueno con unos cuantos bulbos de tulipán, que tal vez tuvieron que comerse para reducir el hambre. Por efecto de la locura y la codicia, el atractivo tulipán se convirtió en económicamente letal.

Desigualdad de ingresos:
El ingreso se define como el ingreso disponible de los hogares en un año determinado. Se compone de los ingresos, el autoempleo y los ingresos de capital y transferencias de dinero público; deducidos los impuestos sobre la renta y las cotizaciones sociales pagadas por los hogares. La renta de la unidad familiar se atribuye a cada uno de sus miembros, con un ajuste para reflejar las diferencias en las necesidades de los hogares de diferentes tamaños. La desigualdad de ingresos entre las personas se mide aquí por cinco indicadores.
· El coeficiente de Gini se basa en la comparación de las tasas acumuladas de la población contra proporciones acumuladas de ingresos que reciben, y oscila entre el 0 en el caso de perfecta igualdad y 1 en el caso de la desigualdad perfecta.
· S90 / S10 es la relación entre el ingreso promedio del 10% más rico y el 10% más pobre;
·  P90 / P10 es la relación entre el valor límite superior del noveno decil (es el 10% de las personas con ingresos más altos) a la del primer decil;
·    P90 / P50 del valor límite superior del noveno decil de la renta mediana; y
·     P50 / P10 de ingreso medio con el valor límite superior del primer decil.


Comentarios Artículo de La Vanguardia “La riqueza de las familias vuelve a las cifras previas a la crisis del 2007”
El dato esconde, no obstante, un incremento de la desigualdad en las rentas.
La riqueza de las familias, considerada como la diferencia entre los ahorros de que disponen y las deudas contraídas, alcanzó los 995.993 millones de euros en septiembre del 2013, lo que supone un avance del 20,8% con respecto al tercer trimestre del 2012. Esto supone volver a los niveles que presentaba este indicador en los meses previos a la crisis (junio del 2007), según los datos del Banco de España.
Los activos financieros de los ciudadanos alcanzan los 1,86 billones de euros, siendo la mayor partida lo que tienen depositado en los bancos, en su cuenta corriente o en depósitos (872.804 millones). Pero esas cifras no suponen una vuelta a la situación anterior al estallido de la crisis. Todo lo contrario. Esconden cambios muy profundos en la distribución de la renta de las familias españolas. Todas ellas alineadas con un incremento de la desigualdad en la sociedad.
¿Cómo se explica que la riqueza haya subido en un periodo como el actual, en el que el desempleo se mantiene en torno al 25% y, en consecuencia, los ingresos de las familias son lo más bajos en años, entre otras cosas, por los ajustes de los salarios? En buena parte por la reducción hasta los 860.586 millones del endeudamiento de los hogares, un 5,3% menos, frente a septiembre del año pasado. Este fenómeno se conoce con el nombre de desapalancamiento. 
En realidad, se trata de un movimiento que esconde dos tendencias. De una parte, la devolución de préstamos y otras deudas. De otra, de igual importancia, la dificultad de las familias de sectores más desfavorecidos para acceder a nuevos créditos (como bien recogen los datos del BCE). Eso es perceptible en que son precisamente los créditos bancarios a plazo más bajo (doce meses) los que registran un mayor descenso. Son los préstamos que la gente solicitaba a su entidad financiera para adquirir su coche, la televisión e incluso para las vacaciones, años atrás. Los préstamos a largo plazo han caído un 5,17% hasta septiembre, quedándose en 771.006 millones de euros.
En el extremo opuesto del espectro, los activos financieros ascienden a 1,856 billones de euros, un 7,1% superiores a los del trimestre anterior. Si se descompone esa cifra, se percibe que 872.804 millones de euros (un 4,2% más que hasta septiembre del año pasado) son efectivo y depósitos. Es decir, 35.230 millones más que hace un año. La segunda gran partida corresponde a lo invertido en bolsa: 619.069 millones de euros, activos que han registrado un incremento del 22,8% de forma interanual.
Es decir, que las familias mantienen, sobre todo, su riqueza en dinero en el banco, bien disponible en cualquier momento, bien en depósitos a un plazo determinado o en acciones de compañías cotizadas. También se han incrementado (un 6,8%) las reservas técnicas de seguros, hasta lo 282.347 millones de euros.
Si se considera que son los sectores más favorecidos los que tienen mayor propensión al ahorro y a invertir en activos financieros, se entenderá que, pese a que las cifras estadísticas puedan parecer las mismas, lo cierto es que no se ha vuelto a la casilla de partida del año 2007.
Lo que demuestran las cifras es que las diferencias sociales se van ensanchando, con lo que la clase media, tan extendida durante los años del boom, tiende a menguar. Precisamente, la apertura del crédito es una de las asignaturas pendientes de la banca, tanto para los particulares, como para las empresas. La reestructuración del sector bancario y la capitalización de las entidades ha contribuido a su restricción, pero hasta que no se restablezca no resurgirá el consumo interno.

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