jueves, 18 de julio de 2013

¿Cómo inculcar a los jóvenes la cultura del ahorro?



Se han escrito muchos libros sobre cómo enseñar a los niños (y a los mayores) a hacer un uso responsable del dinero, pero nos gustaría conocer vuestra propia experiencia.

¿Cómo habéis enseñado a vuestros hijos a darle importancia al dinero y cómo les habéis inculcado la cultura del ahorro?
Los jóvenes de hoy viven inmersos en una cultura de lo inmediato, gracias a las nuevas tecnologías y la influencia de Internet. Quieren tenerlo todo y con prontitud. A la gente más joven le cuesta plantear su futuro y por lo tanto piensa que ahorrar es una pérdida de tiempo y un desajuste en sus planes más cercanos. También es verdad que cada vez es más difícil plantearse metas a largo plazo.
En este escenario, ¿Conocéis y usáis alguna técnica que pueda ser de utilidad para otros padres-educadores?  ¿Qué resultados obtenéis con su aplicación?

Aquí van algunas historias de otros padres:
A.-
“Para nosotros, lo más importante es hablar abiertamente sobre el dinero. Nuestros hijos presencian tanto, cuándo nos planteamos darnos de baja en el club, como cuándo vamos a cambiarnos de casa. A pesar de que no siempre entiendan de lo que estamos hablando, lo que pretendemos es que adquieran una actitud “sana” hacía el dinero y lo integren como un valor más en su vida. Ser consciente de lo que cuestan las cosas y hacer “gastos inteligentes”, no significa ser avaricioso, porque cuando hay que recompensarles somos generosos con el presupuesto.”

B.-
Escuchar continuamente de la boca de nuestros hijos-nietos: “¡Quiero eso y lo quiero ahora!”, estresa a cualquiera. Después de varios intentos de hacerles entrar en razón, desistí, tome aire y les dije: “¡Voy a dejar esto en vuestras manos: Si vosotros no ahorráis para el futuro, yo tampoco lo voy  a hacer por vosotros

C.-
Mis hijos son adolescentes y desde pequeños les compensamos monetariamente por hacer tareas de la casa o sacar buenas notas, por ejemplo si han tenido un sobresaliente les doblamos la “paga”. 
Pero esto no es todo, emulando a la vida real, cada euro que ganan está sujeto a una deducción del 25% que metemos en un fondo referenciado al índice S&P 500 (los niños no saben lo que es el índice, pero saben que sube y baja) a la que tendrán acceso cuando sean mayores de edad y otra deducción del 25% en Letras del Tesoro. un depósito a plazo de un gran banco que paga intereses semestralmente. Los niños tienen que calcular el interés que recibirán el día de pago y pensar en que lo usarán. El 50% restante puedan gastárselo como quieran (aunque muchas veces nosotros no estemos de acuerdo). El objetivo es que reciban una educación financiera y de inversión y aprendan una actitud responsable hacia el gasto.

D.-
Yo lo que intento es que mis hijos tengan una visión más a largo plazo del dinero. Cuando me dicen “¡Son sólo dos 0 tres euros al día!”,  le digo… “¿Qué? …
Has pensado que dos o tres cafés, un refresco, un helado, una copa, el tabaco, etc. son muchos euros al mes. Sólo con que los pusierais en una hucha, (más si los invirtierais) os permitirían pagar la guardería del niño  o iros de vacaciones una vez al año. No estaría mal que pensarais. ¿Qué otros “pequeños” gastos innecesarios cómo esos podríais ahorrar?” 
Seguro que mejoraríais el estado de vuestras finanzas domésticas.

E.-
Compré a mis nietos, ya mayorcitos, un banco de juguete. Es transparente y tiene cuatro compartimentos con una ranura cada uno: Gastos, Ahorros, Inversión y Caridad. Después de explicarles el significado que le doy a poner dinero en cada uno de los cajones, cada vez que les doy dinero, ellos elijen en que cajón lo ponen y aprenden con la práctica el uso que quieren dar al dinero.
·       Gastos para satisfacer caprichos inmediatos.
·       Ahorros para satisfacer caprichos o necesidades a medio-largo plazo.
·       Inversión para que el dinero trabaje por ti y con el tiempo y gracias a la magia del interés compuesto te ayude a caminar hacia la independencia financiera.
·       Caridad para ser solidario y ayudar a los necesitados, empezando por los más cercanos.

F.-
Este año nos fuimos de vacaciones a Disney y la abuela les dio a mis hijos 100€ a cada uno. Les llevamos a la tienda de Disney y les dijimos que se podían gastar lo que quisieran pero que deberían de ahorrar algo porque el día siguiente nos íbamos a Futoroscope y seguramente allí querrían comprarse algo. Agarraron todo lo que vieron y empecé a ir calculando el coste hasta que les dije, “ya está os habéis acabado el dinero de la abuela”. Lo que ocurrió exactamente al momento fue lo más gracioso, empezaron a devolver cosas a la velocidad del rayo. Los dos volvieron de Francia con la mitad del dinero. Ser conscientes de cómo y en qué gastamos el dinero nos ayuda a mejorar nuestra economía personal.
Recuerda: Primero ¡Págate a ti mismo!
Ahora os toca a vosotros comentar vuestras experiencias…

Resumir vuestras experiencias y plasmarlas por escrito ayudarán a todos los demás a mejorar la escasa educación financiera que suelen tener los jóvenes y muchos adultos en nuestra sociedad. 
©JAS2013

jueves, 11 de julio de 2013

Mejora tus finanzas personales

El aprender a ahorrar y sobre todo, una vez conseguidos esos ahorros, saber qué hacer con nuestro dinero para que este sea rentable, requiere adquirir un mínimo de cultura financiera. Esto que parecería lógico puesto que las finanzas forman parte de nuestra vida, no está contemplado en ningún plan de educación de ningún gobierno como una asignatura obligatoria.

La pregunta que me hago es ¿Por qué una materia tan importante, que es necesaria para cualquier decisión que tomemos en nuestra vida, no está contemplada dentro de la enseñanza obligatoria?
La única respuesta que se me ocurre es que el poder bancario o financiero, no quieren gente que sepan cómo manejar su dinero. Si la gente tuviera cultura financiera, a los bancos les sería mucho más difícil engañar a la gente vendiéndoles sus productos basura: Productos que te venden como un negocio para ti cuando en realidad el mayor (a veces único) negocio es para el banco. 
Sería fantástico que los responsables de la educación de nuestros niños y jóvenes, lucharan para conseguir que la educación financiera forme parte de cualquier plan de estudio obligatorio.
Así, nos evitaríamos en el futuro vivir dramas, como los que estamos viendo cada día, de personas ¡¿estafadas!? por los bancos, que han sido engañadas y se han quedado sin los ahorros que tanto esfuerzo les ha costado conseguir.
Con este panorama difícilmente se sale del atolladero. Sirve de poco dar la culpa a otros. Primero ¡Ayúdate a ti mismo! y tal vez puedas luego ayudar a los demás. Pedir que otros te ayuden a resolver tus problemas, mientras esperas sentado, suele dar poco resultado. 
Los bancos que actúan negligentemente y en ocasiones con mala fe y el gobierno-clase política-estamentos oficiales que se lo permiten, tienen muchísima culpa de la pérdida del estado del bienestar que hemos logrado en ls últimas décadas, pero no podemos olvidar que, cada uno de nosotros, también juega su papel en la comedia de la vida.

Educarse requiere:
  1. Creer en su importancia,
  2. Voluntad para educarse,
  3. Esfuerzo por aprender,
  4. Perseverancia para seguir haciéndolo toda la vida,
  5. Pensar y razonar sobre como usar prácticamente lo aprendido,
  6. Incorporar lo anterior como un hábito en nuestra vida diaria,
  7. Valentía para actuar en consecuencia,
  8. Aprender de nuestros errores para mejorar,
  9. Dar ejemplo a nuestros hijos, familiares y entorno, con nuestros actos y
  10. Disfrutar con nuestro proceder.
No hace falta observar mucho para darse cuenta que mucha gente no vive y actúa según estos principios. Hacerlo requiere demasiado esfuerzo y prefieren, por fácil y cómodo, pasar las tardes de verano en las “terrazas saboreando una buena clara” mientras despotrican contra los “malos” y se compadecen de su mala suerte. Mientras, tienen aparcados a sus hijos en algún campamento de verano, con sus abuelos, interactuando frenéticamente con la “consola” o mandando mensajes con WhatsApp en el último y caro Smartphone que algún familiar les han regalado, aunque no puedan permitirse ese superfluo gasto.
Seguro que habéis oído muchas veces un comentario similar a este: 
"Hace poco era millonario y ahora sólo tengo deudas y no puedo llegar a fin de mes". ¡Malditos políticos!.

¡Vale!, ¡De acuerdo! No intentaré explicar las erratas de afirmaciones como la anterior. Hacerlo serviría de poco.
De todas formas, si desde que nos visitó la crisis y se vino a vivir con nosotros la "prima de riesgo", ya hace 5 años, estás preocupado por tus finanzas personales o a menudo tienes una extraña sensación de culpabilidad por el dinero que gastas (algunas personas son conscientes de que, a pesar de la crisis, siguen despilfarrando sin darse cuenta), te voy a presentar un plan mensual que te va a ser de gran ayuda.
Si no tienes ganas de trabajar, ni esforzarte en pensar, no te importa despilfarrar el dinero o caso raro lo tienes en abundancia, no sigas leyendo. En caso contrario, automotívate para hacer lo que necesario para salir del atolladero y prueba a realizar las siguientes actividades durante treinta y un días. Aprovecha el verano. ¡Hay tiempo para todo!.

Etapa 1: Determinar tus Objetivos y Valores 
Día 1 – Tus cinco Valores principales
Día 2 – Definir tus Objetivos en base a tus Valores
Día 3 – Crear un plan para cumplir cada Objetivo

El reto esencial que la mayoría de la gente tiene con sus finanzas es que ven el dinero como algo claramente separado del resto de su vida. 
El dinero no es un antagonista, un enemigo que te impide hacer lo que quieres hacer. El dinero sólo es una herramienta, y cuando lo utilizas sin saber cómo, es como cuando alguien intenta aprender a manejar un coche, es peligroso y difícil de manejar.
El primer paso para aprender a integrar el dinero en tu vida y usarlo como una herramienta es determinar qué es exactamente lo que deseas construir con esta herramienta. Sin valores, metas ni planes, el dinero es como oír el ruido de un martillo sin construir nada. Así pues, esta primera etapa es crucial: ¿qué es lo más importante para ti, y qué se necesita para sustentar estos valores?
Etapa 2: Evaluar Tu Situación
Día 4 – ¿Cuánto dinero ganaste el año pasado?
Día 5 – ¿Cuánto trabajaste el año pasado?
Día 6 – Tu verdadero salario por hora

Una vez que hayas determinado qué es lo principal en tu vida, es el momento de echar un vistazo a lo que tienes que trabajar para conseguirlo.
¿Cuántas cosas consigues, y cuánto tiempo gastas en ellas? Esto parece una pregunta fácil, pero no es así. 
¿Qué porcentaje de tus ingresos gastas en mantener tu puesto de trabajo, como el transporte, desarrollar tu profesión, ropa, etc.? ¿Y cuánto tiempo dedicas haciendo cosas relacionadas con tu trabajo, como ir a trabajar, volver a casa después del trabajo, asistir a eventos relacionados con el trabajo?, etc
Cuando calculas estas cifras, puedes sorprenderte mucho con cuánto tiempo dedicas al trabajo como promedio cada semana, además de lo poco que ganas en realidad. Esto se puede traducir en tu día a día mediante el cálculo de un número que vamos a utilizar durante todo el mes, tu verdadero salario por hora. ¿Cuánto ganas realmente por cada hora que dedicas a tu trabajo? Esta cifra no está cerca de lo que puede que estés pensando, y podría impactarte hasta el punto de cambiar el rumbo de tu vida.
Etapa 3: Crear tu propio Presupuesto de Vida, sin seguir la prescripción de nadie

Día 7 –   Trabaja para conseguir tus sueños 
Día 8 –   Desglosando tus gastos
Día 9 –   Limpieza de gastos 
Día 11 – Repartir el resto y terminar nuestro “presupuesto de tiempo”
Día 12 – Un presupuesto flexible que refleja tu realidad


Una vez que ya has calculado lo que ganas realmente, puedes empezar a establecer las bases de cómo vas a gastar tu dinero de tal forma que esté en consonancia con tus objetivos personales. No se trata de imprimir hojas e intentar definir tu vida según los valores que alguien ha creado para ti, sino que se trata de definir cómo gastar tu dinero y trabajar desde ahí. 
Con este proceso, vas a crear un presupuesto personalizado que se adapte a tu vida con tus valores y tus metas como base. No estamos hablando de restringir tus gastos a 20€ al mes en cenar fuera, sino crear una estructura en la que tú puedes decidir qué es lo más apropiado, porque tú puedes ver cómo se relaciona directamente con tus sueños.

Etapa 4: Examinando tu vida, paso a paso

Día 13 – Paga por tus sueños primero
Día 14 – Deshazte de las deudas (Lento pero seguro)
Día 15 – No consumir todo el presupuesto y tener un “Fondo para Emergencias”
Día 16 – Evaluando tus gastos: Seguros de Coche y Hogar
Día 17 – Evaluando tus gastos: La Energía
Día 18 – Evaluando tus gastos: Coche
Día 19 – Evaluando tus gastos: Comida
Día 20 – Evaluando tus gastos: Seguros de Vida
Día 21 – Evaluando tus gastos: Vivienda
Día 22 – Evaluando tus gastos: Servicios y Contratos Mensuales 

Día 23 – Evaluando tus gastos: Tasas y Comisiones bancarias 
Día 24 – Evaluando tus gastos: Entretenimiento y aficiones
Día 25 – Evaluando tus gastos: Tarjetas de Crédito


Antes de nada acuérdate de “pagarte a ti mismo”. Es fundamental para ahorrar y poder conseguir tus sueños a largo plazo. Por cierto recuerda que es fundamental que antes de dejar tu dinero ahorrado a alguien (banco, administrador, etc), te informes adecuadamente de a quien se lo dejas (garantías) o en que lo inviertes. Debes tener perfectamente claro, cuanto te rentará la inversión y como y cuando podrás recuperarlo en caso de necesidad. No basta con la palabra de nadie, debe estar especificado claramente por escrito y debes comprender perfectamente todos los términos especificados. Si no fuera así, si tienes la más mínima duda de lo que lees (no de lo que te explica el vendedor financiero de turno) mejor que no dejes tu dinero en manos de ese banco o gestor. 
Una vez que tengas el presupuesto básico, vale la pena dedicar un tiempo a evaluar cuidadosamente cada uno de los gastos y ver cuáles podemos recortar. 
¿Tu factura de luz es muy alta? Puede que haya unas cuantas formas de reducirla. 
¿Estás cansado de pagar la factura del seguro de vida? Tal vez no lo necesites, o puedes conseguir algo que sea menos caro. 
¿Te frustras una y otra vez por tus comisiones bancarias? Mira cuánto te cargan y haz algo al respecto. 
¿La carga financiera de tu tarjeta de crédito te está comiendo vivo? Hay algunas formas de reducirlas.
Estamos buscando formas de reducir la grasa (que son las cosas que te hacen sentir mal cuando las miras) para que la carne (tus objetivos, sueños, y valores) tenga espacio para crecer. No tienes que suprimir tu café diario si es lo que más te gusta, sólo tienes que ver algunas cosas de las que puedes prescindir o que puedes reducir sin que te suponga un gran dolor, así tendrás más dinero para conseguir tus sueños.

Etapa 5: Preparando el Escenario para tener éxito toda la vida

Día 26 – Perfeccionar el PresupuestoDía 27 – Anotar y almacenar todas tus finanzas
Día 28 – Preparándote para lo inevitable
Día 29 - Pagar en efectivo
Día 30 - Vive como desees
Día 31 - Sigue Así


Ahora que tienes el paquete completo, hay algunos métodos básicos para mantener el impulso. 
¿Qué haces con la grasa que has recortado? ¿Cómo puedes realizar un seguimiento de toda tu información financiera a fin de que no sea caótica e incomprensible? 
¿Cómo te aseguras que no estarás endeudada con préstamos una y otra vez? 
¿Cómo hacer que todo siga bien?
Si internalizas estos principios y si sigues este plan, podrás entender mejor tus finanzas personales y prepararte mejor para conseguir tus sueños. De tu esfuerzo y habilidad depende que funcione.
©JAS2013

Anexos:

Evaluar diferentes propuestas laborales

lunes, 1 de julio de 2013

Cómo enfrentarse a las críticas

¿Cuánta gente conoces que no tiene ningún problema en criticar cualquier proyecto que emprendes, cualquier cosa que haces, cualquier afición tuya, la forma en que te vistes, tu peso, etc.?
A mí me pasa continuamente. Por muy bien que hagamos cualquier cosa e independientemente el éxito que tengamos en lo que desarrollemos, siempre encontraremos a alguien dispuesto a regalarnos comentarios en todas direcciones y de todas las tendencias, siempre que no sea la nuestra.

Lo cierto es que todo el mundo tiene una opinión, y somos nosotros los que tenemos que elegir con sabiduría a quién escuchar — y a quién ignorar educadamente. Si no elegimos correctamente y escuchamos a las personas equivocadas, nuestra vida, nuestras relaciones, nuestra carrera  profesional y nuestra autoestima pueden correr un serio peligro.

¿Por qué critica la gente?

La gente critica por muchas razones. Si en una reunión se está hablando de la mejor forma de construir una granja de paneles solares, la mayor parte de los presentes tal vez no dirá nada, porque es un asunto muy especializado y no sabrían ni siquiera de que se está hablando ni qué decir. Pero si nos enfrentamos a una decisión más sencilla — ¿de qué color deberían pintarse las paredes de la entrada del bloque? — Todo el mundo dará su opinión, incluso personas incapaces de combinar correctamente el color de sus pantalones con el de su camisa.
Hay personas que critican de una forma realmente patológica. Son el tipo de individuos a los que nunca oirás un comentario elogioso o positivo acerca de nadie. La única opción con ellos es ignorarlos… y recomendarles un psicólogo. Si caes en el error de hacerles caso, el que terminará necesitando ayuda profesional probablemente seas tú.

¿Cómo enfrentarse a las críticas?

Tenemos que ser conscientes de que siempre vamos a recibir consejos que no hemos solicitado, pero lo que cuenta es nuestra razón.
Los principiantes se frustran muy rápido e intentan contraatacar con la frase más típica del libro: “¡Mamá, déjame, ya soy mayorcito para saber lo que hago!”
Tu tienes derecho a tu opinión y yo tengo derecho
 a decirte lo estúpida que es.
Los mejores profesionales siempre tienen un plan para el feedback que reciben y lo solicitan de forma activa. Si reciben las opiniones de la gente a través de Internet, cuentan de antemano con el grupo que va a poner en duda su producto, los simpáticos trolls y los que directamente se muestran escépticos.
La verdad es que siempre hay personas que están decididas a sentirse ofendidas hagas lo que hagas o a hacerse las víctimas o a asumir el rol de adversarios contra ti.
Ante todo esto, hazte una pregunta:
¿Está la persona que te aconseja y/o critica, en una posición a la que te gustaría llegar?. ¿Ha conseguido personalmente lo que tu deseas conseguir? (Amor, independencia económica, un cuerpo saludable, felicidad, muchos amigos, 3000 seguidores en redes sociales, etc)
Puede darse el caso que te esté aconsejando sobre tu vida amorosa un amigo que no es capaz de mantener una relación, más de tres meses seguidos. Tal vez te de consejos financieros alquien que no es capaz  de llegar a fin de mes. Haciendo alarde de conocimientos, tal vez te recomiende leer el libro “Cómo ser un empresario de éxito” escrito por un mediático; en demasiadas ocasiones una “autoridad” para la que bastaría buscar información sobre ella en Google para descubrir que ha quebrado todos sus negocios.
Recuerda siempre que dar una opinión sale muy barato. Todo el mundo tiene una porque es muy fácil señalar las cosas que otro está haciendo mal; además, las ganas de decirle a los demás lo que deberías pensar es enorme.
Seguro que en más de una ocasión habréis oído frases como:
“¡Trabaja en lo que realmente te gusta!”
“¿El trabajo ideal? ¡Tendrás suerte si consigues uno, tal y como están las cosas!”
Esta idea tuya no funcionará, además es demasiado arriesgada...
“Tienes que tener claro en qué gastas tu dinero cada mes”.
“Comprar una casa es la mejor inversión que puedes hacer”.
“El primer paso para darte a conocer y hacer negocios son los medios sociales”.
Etc.
Todas las frases anteriores pueden sonar lógicas e incluso ser consejos dados con buena intención pero, ¿están las personas que hacen estos comentarios capacitadas para dar consejos útiles? ¿Están dándote consejos superficiales (“¿medios sociales?”) o son capaces de profundizar y proporcionarte ejemplos de lo que quieren decir?
La mayoría tiene una opinión sobre casi todo. Socialmente está mal visto admitir que no la tienes. Por ello, es nuestra responsabilidad elegir con sabiduría a quién escuchar y a quién ignorar educadamente. Si no elegimos correctamente y escuchamos a las personas equivocadas, nuestra vida, nuestras relaciones, nuestra carrera  profesional y nuestra autoestima pueden correr un serio peligro.
Tengamos en cuenta que las apariencias engañan y que por muy conocido, o mediático, como se dice ahora, que sea el que da el consejo o escribe el informe, su aura no debe deslumbrarte. Piensa que nadie sabe de todo y que siempre es bueno contrastar la información y llegar a tus propias conclusiones.
Por eso no es lógico escuchar a todo el mundo como un acto de fé, ni dar la misma importancia a todas las opiniones y por supuesto, no dejar nunca que las críticas destructivas hagan mella en ti.
También sucede a veces que la gente se limita a criticar y no se esfuerza a dar un buen “Feedback”, porque sencillamente no tiene nada constructivo que ofrecer o porqué no ha adquirido el hábito de hacerlo.
El feedback es esa acción que realizamos cuando reconocemos algo en otro, sea de su comportamiento, de sus capacidades o de su identidad. Es una manera de “reconocer” a la otra persona pero no sólo como algo implícito que se da por hecho, sino diciéndolo explícitamente. 

Podemos poner multitud de ejemplos de feedback: me encanta como eres, que bien hiciste este trabajo, disfruto en tu compañía, que gran presentación realizaste, que fotos/video más bonito has logrado, etc.
Sería fantástico que el feedback señalara algún punto de mejora en cuanto a capacidades o comportamientos, siempre desde la aceptación incondicional de la identidad del otro y el respeto a su persona y trabajo.
Cuando escuchamos la palabra crítica sentimos que nuestro cuerpo se tensiona, empezamos a no escuchar y a meternos en nuestro diálogo interno y sólo somos capaces de procesar excusas y justificaciones. La crítica suele ser un instrumento muy malo para hacer cambiar de comportamiento a otra persona ya que o bien bloquea a la persona, o bien activa comportamientos de sumisión o en el peor de los casos de rebeldía (voy a hacer lo contrario de lo que me dicen). Si encima, la crítica ha sido contra nuestra identidad (tu eres así o asá) lo único que sentiremos es un ataque que puede desembocar fácilmente en una discusión y lo más probable es que nos genere rabia y/o algún tipo de resentimiento contra el que nos ataca. Se ve claro que el Feedbak no es lo mismo que una crítica, entre otras cosas porque incluye preguntas y da razones y sugerencias de mejora.

¿Cómo se da un buen feedback?:


o  Haciendo alusión a los comportamientos o resultados que nos parecen inadecuados, pero sin juzgar por ello la identidad de la otra persona.  Por ejemplo: Un amigo te da a leer un escrito o una presentación de diapos y cuando lo ves te parece corto. Una posible pregunta sería: ¿que te parecería hacerlo un poco más extenso para que contuviera la información un poco ampliada o aquellas fotos tan divertidas de …? Suena muy diferente de: “esta presentación no vale nada”, las he visto mucho mejores.
o  Proponiendo acciones de mejora. Como en el ejemplo anterior, señalo aquello que “no me ha gustado” de manera concreta y a la vez sugiero una nueva manera de hacerlo. No podemos pretender que los demás adivinen lo que no nos ha gustado si no se lo decimos.
o  Siguiendo la regla 1-3. Por cada feedback negativo hay que dar tres “feedbacks positivos” (acciones “a mejorar” argumentadas) a la otra persona. ¿Te haces una idea de cómo podrían mejorar nuestras relaciones con esta sencilla regla? 

Si eres valiente, sal de tu zona de confort y adquiere el hábito de pensar ordenadamente antes de tomar cualquier decisión, dar un consejo o impedir que cualquier crítica te afecte.

Seis sombreros para pensar

En el libro de Edward de Bono, "Seis sombreros para pensar", se expone uno más de los muchos métodos que nos ayudan pensar, a razonar, a enfrentarnos a los problemas que encontramos en nuestra vida. Como todos, este método requiere un esfuerzo aunque tiene la recompensa. 
El autor asegura que este método potencia al máximo la inteligencia, la experiencia y la información, que los egos desaparecen y entra en acción la inteligencia, el debate y la información. El método se basa en la interpretación de los cambios que experimentan los elementos químicos del cerebro según el modo de pensar. 
Lo primero que debes hacer es pensar en la situación en la que te está costando tomar una decisión, focalizando cada vez en un aspecto distinto y concreto del problema y contestando preguntas. Es como si nos probáramos un sombrero y viéramos como cambia nuestro aspecto.
Toma hoja y bolígrafo y concéntrate en pensar par responder a las preguntas que se proponen y otras similares que se te ocurran:



El Sombrero blanco representa la objetividad



-       ¿Cuáles son los hechos sobre los que debes tomar una decisión?
-       ¿De qué información dispones?

-       ¿Cuál es la información más importante?

El Sombrero rojo representa la subjetividad, las emociones, las sensaciones y los sentimientos



-       ¿Cuáles son tus intuiciones?

-       ¿Qué emociones se despiertan en ti con cada alternativa?
-       ¿Cómo te sientes ante la situación presente?



El Sombrero negro representa la lógica, los aspectos negativos y los posibles riesgos y errores



-       ¿Qué riesgos y peligros corres con cada una de las alternativas?
-       ¿Partes de una buena base para tomar la decisión
-       ¿Es esa base la única posible o existen otras?

-       ¿Estás dejando sin analizar algún aspecto importante?

-       ¿Qué es lo peor que puede pasar al optar por cada una de las alternativas?



El Sombrero amarillo representa la alegría, el optimismo, la alegría y el pensamiento positivo

-       ¿Cuáles son los beneficios y ventajas de cada una de las alternativas?
-       ¿Qué puedes poner de tu parte para que todo salga bien?

-       ¿Qué es lo mejor que puede ocurrir con cada una de las opciones?

-       -Si supieras que no vas a fracasar, ¿qué pasos darías?



El Sombrero verde representa la creatividad y las nuevas ideas

-       ¿Qué información novedosa puedes aportar a la situación?

-       ¿Desde qué perspectivas puedes analizar la decisión a tomar?
-       ¿Qué más opciones tienes a parte de las que ya estás contemplando?



El Sombrero azul representa la coherencia y la planificación



-       ¿Cuál es el siguiente paso que debes tomar a partir de ahora para cada una de las alternativas?

-       ¿Es coherente cada alternativa contigo misma/o?

-       ¿En qué aspectos mantiene cada opción coherencia e incoherencia con tu personalidad?

-       ¿Cuál es la decisión final?



Es muy importante que hayas llegado al último sombrero y contestado a todas las preguntas porque eso significa que estás mejor preparado para tomar una decisión.


Ya sabéis: desestimar las opiniones y críticas gratuitas, tamizar el resto y siempre pensar antes de responder o tomar cualquier decisión.
©JAS2013

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Se llevan ustedes bien con los « Mercados Financieros »?

Una amiga mía me dijo una vez: 
¡Estoy harta de encontrarme a mi “prima de riesgo” en casa a todas horas!. 
Al punto le respondí: “Que casualidad, resulta que esta dichosa “prima” viene también a mi casa cada dos por tres”. 
¡Jajaja! Un poco de humor nunca viene mal. Ahora en serio:
¿Por qué hemos pasado a vivir pendientes de la “prima de riesgo”? 
Si hasta poco no habíamos reparado en su existencia aunque hace 15 o 20 años había llegado  a estar peor que ahora, ¿Por qué sale machaconamente en todos los telediarios como si fuera la más importante de la familia? 

¿De dónde sale el dinero que nos presta el banco para comprar una casa? ¿Por qué me cobra un mayor o menor interés? ¿Qué hace el banco con el dinero que le pago cada mes a cuenta de mi hipoteca? 
Aunque la mayoría hace mucho tiempo que no quiere oír nada de comprar acciones, si es que alguna vez lo hizo, ¿Por qué de pronto importa tanto la Bolsa y los bonos? ¿Qué papel juegan? 
¿Cómo es posible que unos pocos grandes inversores puedan poner contra las cuerdas a todo un país? ¿Realmente es posible? ¿Quiénes son esos inversores? 
¿Es sostenible el Estado del Bienestar?, ¿Qué son exactamente los mercados?. ¿Qué aportan a la sociedad? ¿Por qué los necesitamos?, ¿Viviríamos mejor sin ellos, intercambiando libremente productos y servicios entre nosotros? 
¿Por qué las crisis se repiten una y otra vez? ¿Por qué no aprendemos? ¿No hay ninguna regulación que las evite? Y si ya hay regulación… ¿Qué ha fallado? ¿Por qué no hay mejores controles? 
¿Es mala la innovación financiera? ¿Es verdad que muchas de las operaciones en Bolsa las realizan robots? ¿Qué papel juega la tecnología en los mercados financieros? 
¿Tiene solución esta crisis? ¿Cuál es esa solución? ¿Cómo saldremos de ésta? 
Nunca antes, jamás en la historia de España, estas preguntas habían ocupado tanto tiempo y espacio en la vida de los ciudadanos. Jamás hasta este momento los grandes asuntos financieros habían llegado al bar de la esquina, se habían colado en la conversación entre dos jubilados o en las cenas con la familia o los amigos. 
Basta sentarse a escuchar en un tren, en un banco en la plaza, en un restaurante y encontraremos personas, casi con independencia de su condición social, comentando la cifra exacta a la que cerró la prima de riesgo el día anterior y soltando sapos y culebras contra los ajustes que impone «la Merkel». 
Los mercados ocupan un papel tan preponderante en nuestra vida que al sistema actual se lo conoce como «economía de mercado». Sin embargo lo cierto es que los mercados ya estaban cuando había euforia económica. De hecho, han sido claves en el crecimiento de todos los países, cuando nadie hablaba de recortes, antes del estallido de la crisis. Era un tema aburrido y no había ninguna necesidad ninguna de mentarlos. ¡¿Para qué tengo que esforzarme en aprender nada de estos rollos? se preguntaban algunos, si cuando necesito dinero para cualquier cosa voy al banco y se empeñan en darme más del que tenía pensado pedirles! 
Por desgracia, cuando llegaron los truenos, muchos pensaron que eran fuegos artificiales y es verdad que el gobierno no nos dijo lo contrario. ¡Se precisaba mucho valor para echar un jarro de agua fría encima de la multitud enloquecida! Desde luego nuestros políticos no lo tenían. 
Con el hundimiento económico, todo el mundo se ha apresurado a demonizar a los mercados. Aquí se pone de relieve una vez más aquello de “son todos los que están, pero no están todos los que son”. Como de repente hemos pasado de la euforia a la depresión, ha surgido la necesidad de conocer mejor lo ocurrido y hemos empezado a preguntarnos ¿Qué ha pasado?, ¿Por qué?. Y nuestro interés todavía se ha desarrollado más cuando hemos escuchado que “Dicen que los mercados nos piden que nos ajustemos el cinturón, más reformas”. Automáticamente se confunde “reformas = adelgazar reduciendo grasa” con los “recortes de músculo tocando hueso” que nos han impuesto salvajemente nuestros políticos. 
Cuando hemos visto en Internet y en la televisión que nos acercábamos al abismo, hemos sentido esta curiosidad natural, forzada por la necesidad de la supervivencia. Ha sucedido algo similar a lo que pasa cuando nos diagnostican una enfermedad que nunca antes habíamos oído. Algunos prefieren no admitir nada o elucubrar problemas venideros. Otros se quieren informar, saber cómo funciona nuestro cuerpo, cómo podemos haberla contraído, qué podemos hacer para sanar más rápido, que hacer para no contagiarla al resto de la familia, etc… 
Desde que estalló la crisis todos nos hemos hecho preguntas de este mismo estilo, aplicadas a los mercados. Pero ¿qué y quienes son exactamente? ¿Cómo funcionan? ¿Qué utilidad tienen para la sociedad? ¿Pueden contribuir a un mayor bien social o son una camarilla de poderosos que juegan con nosotros como con marionetas? 
En la calle ganará por mayoría esta visión negativa, dado que la gente de a pie percibe que son los mercados quienes nos han empujado a realizar tantos dolorosos recortes. Y en ocasiones con argumentos sólidos, como los escandalosos pagos que se han llevado a casa ejecutivos cuyos bancos tuvieron que ser rescatados con dinero del contribuyente. Entonces, ¿por qué no dejamos este sistema y nos buscamos otro? 
Quizá no tenemos el sistema ideal, probablemente sea muy mejorable y ojalá de esta crisis salga un modelo más sólido, más útil para los ciudadanos. Para ello resulta clave avanzar en la cultura financiera, conocer mejor cómo participamos en los mercados, cómo los usamos en el día a día, qué papel cumplen en nuestras decisiones a lo largo de nuestra vida, cómo nos pueden ayudar ante los retos que se nos presentan. 
Nos conviene saber bien qué sucede cuando pedimos una hipoteca, cuando contratamos un seguro, de quién es el dinero que invierten los grandes fondos de inversión, cómo nos puede ayudar la innovación financiera. Necesitamos organizar nuestro dinero, gestionar nuestros ahorros, ponerlos a trabajar, precisamos la creación de nuevas empresas e impulsar el espíritu emprendedor. 
Es imprescindible que surjan ideas de éxito y que haya financiación para ponerlas en marcha. Que las empresas crezcan y oferten más puestos de trabajo, que se reduzca el paro. Y para ello, por ejemplo, es básico un sistema que distribuya el dinero hacia las iniciativas más exitosas. Para ello, es vital que las personas con dinero busquen hacerlo crecer, obtener la mejor rentabilidad según el riesgo que asumen. Al preocuparse por la rentabilidad de sus inversiones, se plantearán también el coste de lo que compran. Y así, en un mercado ideal, ayudarán a establecer un precio, un valor para el intercambio de productos al que se llega por el acuerdo entre los que quieren comprar y los que desean vender. 
Cuanta más transparencia hay en la formación de precios, mejor para la toma de decisiones que afectan muy directamente a nuestra vida. Y por eso hemos ido mejorando a lo largo de la historia los mercados, y han ido apareciendo los mercados financieros. 
Pensemos por un momento en una persona que tiene necesidad de disponer de dinero en mano, de conseguir liquidez, y que está pensando en vender unas acciones y un apartamento que tiene en la costa. En un momento sabrá cuánto le darán por sus acciones. Mientras que con el apartamento primero tendrá que poner un anuncio, buscar una agencia inmobiliaria, analizar las ofertas, bajar el precio si no le llegan… 
Todo este proceso de búsqueda de precios ya lo hemos organizado de un modo mucho más eficiente gracias a los mercados financieros. Y lo mismo ocurre con la rapidez a la hora de hacer los movimientos y los pagos. Pensemos en cómo abonamos ahora la factura de la luz, del gas, del teléfono, en cómo pagamos los impuestos municipales. Para la mayoría de estos servicios ya no tenemos que perder nuestro tiempo en desplazarnos hasta una oficina, con el dinero en el bolsillo, y hacer una larga cola hasta que nos toque pagar. Si domiciliamos los pagos, es decir, si pasamos los recibos por el mercado financiero, nos ahorramos una cantidad de tiempo y dinero que nos viene muy bien. Y no hablemos ya si pensamos en transacciones internacionales. Es decir, hemos ido creando soluciones a los problemas que nos van surgiendo y, en muchas ocasiones, lo hacemos a través de los mercados. El mundo financiero existe porque a lo largo de la historia ha cumplido el papel de dar respuesta a los retos que se nos iban planteando. 
En la presentación en España de su libro “Las finanzas en una sociedad justa”, el Catedrático de la universidad de Yale, Robert J. Shiller comentó su visión: «La gente puede estar enfadada por lo que pasa pero necesitamos las finanzas y las precisamos en sus diferentes formas. Lo que la gente realmente debería estar haciendo, si están motivados por el 15-M, Occupy Wall Street o cualquier otro movimiento similar, es aprender finanzas y participar en el debate sobre la mejora de este sector fundamental para la sociedad». Hoy en día hay más medios que nunca, didácticos y constructivos, para aprender sobre el mundo de las finanzas. Cuando se trata de informática, mucha gente piensa que tiene un buen nivel de usuario (algunos suficientemente avanzado). No son ingenieros informáticos ni profesionales de las TIC’s, pero conocen la jerga incluso en inglés y tienen un conocimiento suficiente de las mismas para poder utilizar, con cierta competencia, las herramientas disponibles en el mercado. ¿Cuántos podrían decir lo mismo respecto a las “herramientas disponibles para operar en los mercados financieros”? 
¿Cuantas personas estudian a nivel de “usuarios directos del dinero y más o menos indirectos de los mercados de capitales” los fallos y las amenazas que presenta el sector financiero desde una mirada serena y reflexiva, intentando entender mejor su funcionamiento? 
De todos los que compraron “preferentes”, independientemente de lo bien o mal que el “banquero-vendedor” de turno les explicó las características de producto, cuantos le preguntaron: ¿Cuándo vence este producto?= ¿Cuándo podré recuperar este “¿Depósito?”? , “¿Habrá penalización si lo retiro antes de tiempo?”. Son preguntas muy simples. Las mismas que toda la vida han hecho las personas que toda su vida han contratado un depósito a plazo fijo. ¿Por qué, cuando compraron “preferentes”, muchísimas personas no hicieron esta simple pregunta? . Si les dijeron. "Total liquidez. Cuando Ud. puede venderlas en el mercado secundario", ¿Como no se extrañaron? ¿Mercado secundario? ¿Que es eso? (¡gato encerrado!). Cada uno que haga examen de conciencia. 
Vivimos en Europa y en nuestra sociedad, los mercados financieros y el dinero tienen un papel clave en nuestras vidas. Cuanto antes lo comprendamos y le perdamos el miedo o la aversión a hablar de dinero y de temas económicos, antes podremos informarnos “a nivel de usuario” y no cometeremos fallos absurdos como los que hemos cometido en el pasado reciente. Lamentarse después de haber errado no sirve de nada. Lo que sirve es aprender lo suficiente para entender por qué hemos llegado a la presente situación. Sirve aprender de los errores y adoptar un método - modo de vida, que minimice la posibilidad de volver a repetirlos. 
Las finanzas no son un invento de Goldman Sachs y otros grandes banqueros de Wall Street, sino el fruto de una tendencia que evoluciona desde que el hombre siente la necesidad de mejorar su modo de vida. 
Aunque muchos no quieran acordarse y piensen que nunca antes hubo nada igual, a lo largo de la historia, las crisis han sido algo frecuente y habitual. Los mercados viven en una destrucción creativa permanente, aunque de algunas de estas demoliciones, por desgracia, se aprende menos que de otras. Y en algunas ocasiones, como en la actual crisis, muchas familias sufren con amargura las consecuencias. También es cierto que otros siguen sin entender que significa comprar eficientemente sin despilfarrar y no derrochar. 
Los mercados no son tan lejanos a nosotros como tantas veces creemos. Por ellos, todos deberíamos conocer los distintos tipos de mercados que existen y los actores que intervienen, desde todos los ángulos y midiendo su importancia. No beberíamos contentarnos con demonizar la “especulación” sin antes entender bien lo que es y lo que aporta a la sociedad. 
La tecnología actual y la que viene, nos aportará ventajas y también riesgos, dependiendo del uso que hagamos de las mismas, en nuestra relación con los mercados financieros. El miedo y la codicia son emociones intrínsecas de los seres humanos e influyen en nuestra relación con los mercados, con la creación de burbujas y las crisis que tarde o temprano las siguen. 
Por supuesto no hay que confundir el medio con el fin. Si el hablar de economía, de mercados financieros, de miles de millones de euros, de trillones, de la especulación, de inversión, de la gestión del ahorro, de las finanzas, de las bolsas, de las divisas, del dinero, de las hipotecas, de los créditos, etc. nos agobia, nos tiene esclavizados y hasta nos da miedo, vamos mal. El dinero sólo tiene valor si está al servicio de nuestras necesidades; los mercados financieros nos deben ayudar a alcanzar nuestros objetivos, nuestras aspiraciones como personas y como sociedad. Ojalá aprendamos a no desdeñarlo y a darle la importancia que tiene. La justa, con equilibrio. 
Puede parecer que el dinero debajo del colchón (una especie de paraíso fiscal autóctono) está seguro; pero ahí, quietecito, cada vez tiene menos valor, corre mucho riesgo de desaparecer y además es totalmente anti solidario. 
Si hacemos el esfuerzo de entender los mercados “a nivel de usuario” tendremos la posibilidad de poner el dinero, que con mucho esfuerzo consigamos ahorrar, a trabajar en beneficio nuestro y de la sociedad. 
Si a estas alturas todavía os da “yuyu” oír hablar de “mercados financieros”, quitaros la pereza y aprended a relacionaros de otra forma con el dinero. El dinero no solo sirve para gastarlo sin más, pagando nuestros caprichos. Tener una sana relación con el dinero y con los mercados donde se intercambia, nos ayudará a alcanzar nuestras metas en la vida. 
¡Suerte! 
©JAS2013 

PD.- 
Por cierto, la suerte no la reparten gratis. Se la busca uno, con tenacidad y esfuerzo.