jueves, 12 de diciembre de 2013

Spain is different! y no cambia

En los años de la postguerra se popularizó la frase "España es diferente". Unos lo decían en inglés con orgullo, otros con vergüenza. Tras varias décadas, el espejismo del progreso hizo olvidar el sentido peyorativo de la frase; mientras la TV nos mostraba a nuestro presidente Aznar codeándose con los más altos mandatarios y llamándoles "my friend". Por desgracia parece que sólo era fachada y  seguimos siendo "diferentes" en muchos campos.

El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) trata de ofrecer una visión de las destrezas en competencia de los estudiantes en materias básicas como son las matemáticas, la lectura o las ciencias. Los resultados distan mucho de ser precisos (se valora menos de un 3% del alumnado) pero abren una ventana a la realidad educativa actual en países desarrollados. Según sus responsables, la finalidad de los datos no es medir el conocimiento, sino “tratar de describir las capacidades de los individuos para razonar matemáticamente y utilizar conceptos, procedimientos, datos y herramientas matemáticas para explicar y predecir fenómenos”.
En el último informe, el sistema educativo español se mantiene en las posiciones de la cola de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La botella medio llena dice que hemos avanzado ligeramente en Lectura, Matemáticas y Ciencias, mientras que la botella medio vacía, probablemente la más realista, señala que seguimos entre los países que se encuentran "significativamente debajo de la media" de la OCDE.
Para mejorar los malos resultados que alcanzan los estudiantes españoles en los informes PISA de los últimos años, el ministro Wert ha propuesto una nueva Ley de educación que ha sido aprobada en el congreso con todos los grupos de la oposición y muchos estamentos de la comunidad educadora en contra. Según Mario Bereda, Secretario de Estado de Educación y Formación Profesional de España, la diferencia se encuentra dentro de cada centro, factores como la motivación del alumno, la calidad de la enseñanza que da un profesor concreto y el ambiente de trabajo. Las diferencias de resultados entre alumnos dependen en un 4% de la comunidad donde se viva y en un 20% del centro en el que se estudie. Es decir, que las mayores distancias se dan dentro de cada recinto de enseñanza.
Parece que cambiar de Ley educativa cada vez que se cambia de gobierno no es bueno para los alumnos. Por ello pienso que debemos reflexionar sobre cuestiones generales que afectan a nuestro entorno educativo próximo.
En las últimas décadas nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad hedonista que prima la búsqueda de placeres y cuando el sistema no los ofrece se fomenta la queja. Este modus vivendi es contradictorio en el mundo escolar porque es prácticamente imposible aprender nada sin esfuerzo. Muchos padres han acostumbrado a los jóvenes a esperar regalos por conseguir logros académicos y estos han aprendido a demandar gratificaciones si los padres quieren que alcancen cualquier mínimo logro académico. Muchos jóvenes han aprendido a decir: “Si quieres que me esfuerce en aprobar esta evaluación, debes regalarme el último Smartphone”.
Compensar con pequeños placeres las dificultades del vivir es contradictorio con el esfuerzo que precisa cualquier formación. En lugar de atender esta especie de chantaje de los hijos, deberían sentarse frente a ellos y hablar con calma, pero seriamente. Deberían explicarse y procurar que sus hijos entendieran que deben esforzarse en aprender por su propio convencimiento; por que el aprovechamiento de los años académicos, les permitirán obtener unos conocimientos y una educación necesaria para desenvolverse mejor en su vida adulta.
Es verdad que hasta los años 90 la educación actuó como ascensor social en los años previos a la crisis dejó de ser así. Las escuelas están construidas en guetos geográficos y sociales y la mezcla social en los centros escolares se ha reducido muchísimo. Por ello el nivel socioeconómico y sobretodo cultural y también los valores de los padres y familias, respecto a la educación, son más determinantes que nunca lo habían sido antes para el éxito de la educación de los jóvenes. 
Por ejemplo, la diferencia media entre los alumnos que tienen en casa menos de 10 libros y más de 500 es de 124 puntos en España y de 126 para toda la OCDE. Los padres que leen en casa y fomentan esta cualidd en sus hijos favorecen mejores resultados académicos.
Los países asiáticos tienen sistemas de educación muy variados pero todos tienen en común una serie de valores y el más importante para los padres es que sus hijos estudien y aprendan. Principalmente las madres cuidan muchísimo que sus hijos dediquen mucho trabajo y esfuerzo a la actividad estudiantil. Una de sus tareas cotidianas más importantes es tener tiempo de calidad con sus hijos; ayudándoles a aprender, comentando sus actividades escolares, hablando de lo que han aprendido, leyendo y comentando lo que han entendido con ellos. Enseñándoles a razonar, a pensar. Demostrándoles con su ejemplo que leer, estudiar y aprender es algo que se hace regularmente durante toda la vida y ello produce resultados beneficiosos a largo plazo.
Esta actitud de valoración de las actividades formativas de sus hijos por parte de los padres es fundamental. Consideremos lo siguiente:
España es un país con muy buenos resultados en el futbol en el ámbito internacional. Hace menos de 30 años se buscaba atletas dotados para este deporte y se les pedía que fueran resistentes y briosos. Más tarde han proliferado muchas “escuelas de futbol” patrocinadas por muchos clubes donde se han enseñado, técnica, toque, refinamiento.
Para llegar a un nivel tan sofisticado es preciso mucho esfuerzo, practica, repetición sistemática muchas horas al día, durante muchos años, de todas las técnicas del fútbol. El éxito se consigue con mucho sacrificio y perseverancia, no jugando a la play station cuando al niño le apetece.
Cuando éramos pequeños jugábamos al futbol para divertirnos. Hace ya algunos años que una legión de padres llevan a sus hijos a las escuelas de fútbol saben perfectamente que el entrenador les exigirá muchísimo esfuerzo y responsabilidad como condición necesaria aunque no suficiente para tener la posibilidad de llegar algún día a ser titular. Y los padres lo aceptan y valoran. Lo hacen porqué en su esquema de valores, el “ascensor” más importante que tienen es el futbol. Ven en este deporte una posibilidad de ascenso social  y por ello se entiende y se justificará que se precise dureza, esfuerzo, sacrificio, trabajo y constancia.
Si estos padres futboleros ven esto tan claro, ¿Porqué no lo ven igual de claro el resto de padres con hijos que tienen otras habilidades diferentes del futbol?.
La educación y el oficio de profesor, poco fascinante actualmente, debe recuperar prestigio social. No de forma abstracta, sino en el día a día de nuestra sociedad.
Es cierto que los políticos podrían hacer más, que las inversiones económicas y  en buenas metodologías podrían ser más altas, que los profesores podrían estar mejor preparados y trabajar mas eficientemente, etc., pero siempre se silencia y no se tiene en cuenta lo más importante: ¿Como percibimos nosotros lo que es “lo más importante”?
Respondámonos personalmente: ¿Qué es lo más importante para nosotros?
1.- ¿Pensamos que nuestros hijos-nietos deben trabajar duro para formarse y acceder a la “cultura”?. ¿Creemos que es importante que lean, que hagan sus deberes, que aprendan a concentrarse, que acepten como se decía hace muchos años “Ahora, estudiar y aprender es tu trabajo” y debes emplearte en ello a fondo y responsablemente?, o…
2.- ¿Queremos que nuestros hijos triunfen rápido y fácil en cualquier ámbito de la sociedad porqué lo importante es ganar dinero como sea y lo de aprender, formarse y adquirir una cultura no es tan importante como algunos pretenden?.
En todos los temas de la vida, cuando algo sale mal, lo más fácil es echar la culpa a los otros (como la Consellera Rigau que atribuyó los malos resultados a la gran cantidad de inmigrantes en las escuelas). Es cierto que esta extrema diversidad de alumnos con diferentes idiomas maternos influye y mucho en el rendimiento escolar personal y del centro, pero esa no es la única causa ni la más importante.
Cuando se pretende un cambio, lo primero que hay que hacer es esforzarse en cambiar uno mismo. Analizar que puede hacer cada uno de nosotros, como padres, abuelos, educadores, políticos, sociedad para mejorar el resultado y hacerlo:

  • La familia debe fomentar el hábito del estudio en los niños y su interés por el conocimiento. Ayudarles con su ejemplo (la felicidad no es incompatible con las matemáticas) y activamente en su esfuerzo. También deben enseñar a sus hijos a valorar y confiar en el trabajo, importantísimo para ellos, que realizan los profesores. 
  • Los profesores deben mejorar continuamente su nivel de conocimientos, su capacidad de trabajo, la metodología que emplean y su automotivación. 
  • Los dirigentes deben diseñar de una vez por todas un modelo educativo consensuado y a largo plazo que tenga en cuenta las opiniones expertas de la comunidad educativa.
Si le dedicamos esfuerzo a este empeño, tal vez con el tiempo tengamos la posibilidad de influir en otros con nuestro ejemplo. 
Si sólo pretendemos que sea el otro el que cambie, el que nos dé lo que nosotros queremos sin tener en cuenta lo que quieren los demás, si insistimos en nuestros propios errores o nos aferrarnos a ideas o posturas equivocadas, lo único que demostraremos es una falta crónica de inteligencia y el único premio que ganaremos será el de la necedad. Y ese premio, mejor no tenerlo en nuestro curriculum.

©JuanJAS




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