En los años de la postguerra se popularizó la frase "España es diferente". Unos lo decían en inglés con orgullo, otros con vergüenza. Tras varias décadas, el espejismo del progreso hizo olvidar el sentido peyorativo de la frase; mientras la TV nos mostraba a nuestro presidente Aznar codeándose con los más altos mandatarios y llamándoles "my friend". Por desgracia parece que sólo era fachada y seguimos siendo "diferentes" en muchos campos.
El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) trata de ofrecer una visión de las destrezas en competencia de los estudiantes en materias básicas como son las matemáticas, la lectura o las ciencias. Los resultados distan mucho de ser precisos (se valora menos de un 3% del alumnado) pero abren una ventana a la realidad educativa actual en países desarrollados. Según sus responsables, la finalidad de los datos no es medir el conocimiento, sino “tratar de describir las capacidades de los individuos para razonar matemáticamente y utilizar conceptos, procedimientos, datos y herramientas matemáticas para explicar y predecir fenómenos”.
En el último informe, el sistema educativo
español se mantiene en las posiciones de la cola de los países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La botella
medio llena dice que hemos avanzado ligeramente en Lectura, Matemáticas y
Ciencias, mientras que la botella medio vacía, probablemente la más realista,
señala que seguimos entre los países que se encuentran "significativamente
debajo de la media" de la OCDE.
Para mejorar los malos resultados que alcanzan
los estudiantes españoles en los informes PISA de los últimos años, el ministro
Wert ha propuesto una nueva Ley de educación que ha sido aprobada en el
congreso con todos los grupos de la oposición y muchos estamentos de la
comunidad educadora en contra. Según Mario Bereda, Secretario de Estado de
Educación y Formación Profesional de España, la diferencia se encuentra dentro
de cada centro, factores como la motivación del alumno, la calidad de la enseñanza
que da un profesor concreto y el ambiente de trabajo. Las diferencias de resultados
entre alumnos dependen en un 4% de la comunidad donde se viva y en un 20% del
centro en el que se estudie. Es decir, que las mayores distancias se dan dentro
de cada recinto de enseñanza.
Parece que cambiar de Ley educativa cada vez
que se cambia de gobierno no es bueno para los alumnos. Por ello pienso que
debemos reflexionar sobre cuestiones generales que afectan a nuestro entorno
educativo próximo.
En las últimas décadas nos hemos acostumbrado
a vivir en una sociedad hedonista que prima la búsqueda de placeres y cuando el
sistema no los ofrece se fomenta la queja. Este modus vivendi es contradictorio
en el mundo escolar porque es prácticamente imposible aprender nada sin
esfuerzo. Muchos padres han acostumbrado a los jóvenes a esperar regalos por
conseguir logros académicos y estos han aprendido a demandar gratificaciones si los padres quieren que alcancen
cualquier mínimo logro académico. Muchos jóvenes han aprendido a decir: “Si
quieres que me esfuerce en aprobar esta evaluación, debes regalarme el último
Smartphone”.
Compensar con pequeños placeres las dificultades
del vivir es contradictorio con el esfuerzo que precisa cualquier formación. En
lugar de atender esta especie de chantaje de los hijos, deberían sentarse
frente a ellos y hablar con calma, pero seriamente. Deberían explicarse y
procurar que sus hijos entendieran que deben esforzarse en aprender por su
propio convencimiento; por que el aprovechamiento de los años académicos, les
permitirán obtener unos conocimientos y una educación necesaria para
desenvolverse mejor en su vida adulta.
Es verdad que hasta los años 90 la educación
actuó como ascensor social en los años previos a la crisis dejó de ser así. Las
escuelas están construidas en guetos geográficos y sociales y la mezcla social
en los centros escolares se ha reducido muchísimo. Por ello el nivel
socioeconómico y sobretodo cultural y también los valores de los padres y familias,
respecto a la educación, son más determinantes que nunca lo habían sido antes para
el éxito de la educación de los jóvenes.
Por ejemplo, la
diferencia media entre los alumnos que tienen en casa menos de 10 libros y más
de 500 es de 124 puntos en España y de 126 para toda la OCDE. Los padres que
leen en casa y fomentan esta cualidd en sus hijos favorecen mejores resultados
académicos.
Los países asiáticos tienen sistemas de
educación muy variados pero todos tienen en común una serie de valores y el más importante para los padres es
que sus hijos estudien y aprendan. Principalmente las madres cuidan
muchísimo que sus hijos dediquen mucho trabajo y esfuerzo a la actividad
estudiantil. Una de sus tareas cotidianas más importantes es tener tiempo de
calidad con sus hijos; ayudándoles a aprender, comentando sus actividades
escolares, hablando de lo que han aprendido, leyendo y comentando lo que han
entendido con ellos. Enseñándoles a razonar, a pensar. Demostrándoles con su
ejemplo que leer, estudiar y aprender es algo que se hace regularmente durante
toda la vida y ello produce resultados beneficiosos a largo plazo.
Esta actitud de valoración de las actividades
formativas de sus hijos por parte de los padres es fundamental. Consideremos lo
siguiente:
España es un país con muy buenos resultados en el futbol
en el ámbito internacional. Hace menos de 30 años se buscaba atletas dotados
para este deporte y se les pedía que fueran resistentes y briosos. Más tarde
han proliferado muchas “escuelas de futbol” patrocinadas por muchos clubes
donde se han enseñado, técnica, toque, refinamiento.
Para llegar a un nivel tan sofisticado es preciso mucho
esfuerzo, practica, repetición sistemática muchas horas al día, durante muchos
años, de todas las técnicas del fútbol. El éxito se consigue con mucho
sacrificio y perseverancia, no jugando a la play station cuando al niño le
apetece.
Cuando éramos pequeños jugábamos al futbol para divertirnos.
Hace ya algunos años que una legión de padres llevan a sus hijos a las escuelas
de fútbol saben perfectamente que el entrenador les exigirá muchísimo esfuerzo
y responsabilidad como condición necesaria aunque no suficiente para tener la posibilidad
de llegar algún día a ser titular. Y los padres lo aceptan y valoran. Lo hacen
porqué en su esquema de valores, el “ascensor” más importante que tienen es el
futbol. Ven en este deporte una posibilidad de ascenso social y por ello se entiende y se justificará que
se precise dureza, esfuerzo, sacrificio, trabajo y constancia.
Si estos padres futboleros ven esto tan claro,
¿Porqué no lo ven igual de claro el resto de padres con hijos que tienen otras
habilidades diferentes del futbol?.
La educación y el oficio de profesor, poco
fascinante actualmente, debe recuperar prestigio social. No de forma abstracta,
sino en el día a día de nuestra sociedad.
Es cierto que los políticos podrían hacer más,
que las inversiones económicas y en
buenas metodologías podrían ser más altas, que los profesores podrían estar
mejor preparados y trabajar mas eficientemente, etc., pero siempre se silencia
y no se tiene en cuenta lo más importante: ¿Como percibimos nosotros lo que es “lo
más importante”?
Respondámonos personalmente: ¿Qué es lo más
importante para nosotros?
1.- ¿Pensamos que nuestros hijos-nietos deben trabajar
duro para formarse y acceder a la “cultura”?. ¿Creemos que es importante que
lean, que hagan sus deberes, que aprendan a concentrarse, que acepten como se
decía hace muchos años “Ahora, estudiar y aprender es tu trabajo” y debes
emplearte en ello a fondo y responsablemente?, o…
2.- ¿Queremos que nuestros hijos triunfen
rápido y fácil en cualquier ámbito de la sociedad porqué lo importante es ganar
dinero como sea y lo de aprender, formarse y adquirir una cultura no es tan
importante como algunos pretenden?.
En todos los temas de la vida, cuando algo sale mal, lo más fácil es echar la culpa a los otros (como la Consellera Rigau que atribuyó los malos resultados a la gran cantidad de inmigrantes en las escuelas). Es cierto que esta extrema diversidad de alumnos con diferentes idiomas maternos influye y mucho en el rendimiento escolar personal y del centro, pero esa no es la única causa ni la más importante.
Cuando se pretende un cambio, lo primero que hay que hacer es esforzarse
en cambiar uno mismo. Analizar que puede hacer cada uno de nosotros,
como padres, abuelos, educadores, políticos, sociedad para mejorar el resultado
y hacerlo:
- La familia debe fomentar el hábito del estudio en los niños y su interés por el conocimiento. Ayudarles con su ejemplo (la felicidad no es incompatible con las matemáticas) y activamente en su esfuerzo. También deben enseñar a sus hijos a valorar y confiar en el trabajo, importantísimo para ellos, que realizan los profesores.
- Los profesores deben mejorar continuamente su nivel de conocimientos, su capacidad de trabajo, la metodología que emplean y su automotivación.
- Los dirigentes deben diseñar de una vez por todas un modelo educativo consensuado y a largo plazo que tenga en cuenta las opiniones expertas de la comunidad educativa.
Si le dedicamos esfuerzo a este empeño, tal
vez con el tiempo tengamos la posibilidad de influir en otros con nuestro
ejemplo.
Si sólo pretendemos que sea el otro el que cambie, el que nos dé lo
que nosotros queremos sin tener en cuenta lo que quieren los demás, si
insistimos en nuestros propios errores o nos aferrarnos a ideas o posturas equivocadas,
lo único que demostraremos es una falta crónica de inteligencia y el único premio
que ganaremos será el de la necedad. Y ese premio, mejor no tenerlo en nuestro
curriculum.
©JuanJAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario