El 50% del tiempo de las clases de primaria en España se destina a que hable el profesor, el cual transmite la información a los estudiantes de forma verbal, algo que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en bachillerato casi el 80%. Antes nos distraíamos, disparábamos granitos de arroz al cogote de los compañeros con nuestras cerbatanas-Bic, etc. Me gustaría saber que hacen la mayoría de los estudiantes-escuchantes hoy en día.
Durante muchos años solo
se podía observar el comportamiento de los alumnos en clase, pero ahora,
gracias a las máquinas de neuroimagen, se puede ver la actividad cerebral en
todo momento, mientras están en clase y también mientras realizan tareas. Esa
información sirve a los profesores y pedagogos para decidir qué métodos educativos
son los más eficaces.
En el año 2010 un equipo
de investigadores del Massachusetts Institute of Techonolgy
(MIT), en Boston, colocaron a un
universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la
actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas durante siete días. El experimento
arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando
atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión;
prácticamente nula. Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico
basado en un alumno como receptor pasivo no funciona demasiado bien.
Parece que la formación online tampoco ha sido la panacea. Los
MOOC (Massive Opening Online Courses), nacieron con la promesa de democratizar
la educación superior de élite. De repente todos podíamos hacer un grado de la
Universidad de Stanford, de Harvard o un exclusivo MBA de Georgetown a coste cero y sin tener que moverse de
casa-ordenador. Y, además, podríamos ponerlo en nuestro currículum. Parecía
demasiado bueno para ser verdad, pero lo era, y de alguna manera lo sigue siendo,
pero algo falta porque la realidad que recogen las estadísticas es que solo un 10% de los que
se apuntan a un MOOC lo termina.
.
En un estudio de las
dificultades de aprendizaje de personas con dislexia o TDAH
desde hace más de 20 años, se observó que en la mayoría de los casos los
problemas de aprendizaje no estaban relacionados con esos síndromes, sino con
la metodología escolar.
Para la adquisición de
información novedosa el cerebro tiende a procesar los datos desde el hemisferio
derecho -más relacionado con la intuición, la creatividad y las imágenes-. En
esos casos el procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo que quiere
decir que la charla no funciona. Los gestos faciales, corporales y el contexto
desempeñan un papel muy importante.
Por ello, la
neurodidáctica propone un cambio en la metodología de enseñanza para sustituir
las clases magistrales por soportes visuales, como mapas conceptuales o vídeos,
con diferentes apoyos informativos como gráficos interactivos que requieran la
participación del alumno. Otra de las apuestas es el trabajo colaborativo
porque el cerebro es un órgano social que aprende haciendo cosas con otras
personas. El tradicional método expositivo es insuficiente porque convierte
a los alumnos que escuchan las clases magistrales en meros transmisores de
información. Esto se puede comprobar variando el planteamiento de los
problemas, acercándolos a situaciones más reales. Se puede comprobar que existe
una predominancia abusiva del conocimiento superficial y que los alumnos
muestran grandes dificultades para abstraer los contenidos teóricos a contextos
cotidianos. Por ejemplo, un estudiante puede conocer con exactitud el enunciado
de la tercera ley de Newton y puede resolver fácilmente problemas numéricos en
los que se aplica y al mismo tiempo, ser incapaz de analizar con precisión las
fuerzas que intervienen en un choque entre un coche ligero y un camión pesado,
interpretando muchos de ellos que el camión ejerce una fuerza mayor (su peso es
irrelevante respecto a la fuerza ejercida). O pueden resolver problemas
teóricos de circuitos eléctricos deduciendo las intensidades de corriente que
circulan por cada una de las resistencias dibujadas, pero cuando se les plantea
un circuito real similar con bombillas, un generador y un interruptor tienen
grandes dificultades para identificar la analogía con el circuito anterior y
para interpretar qué corriente circula por cada parte del circuito.
Los buenos profesores
deberían reprimir un poco sus ganas de hablar como cotorras recitando su
letanía aprendida de memoria y dedicar más tiempo a hacer preguntas adecuadas y
a escuchar las respuestas de sus alumnos. Hay profesores que escriben blogs,
cuyos contenidos consultan los estudiantes en casa y comentan en clase (p.e. Pizarras abiertas)
y también usan el canal
de You Tube para presentar los
temas en formato de tráiler cinematográfico para motivar y mantener la atención
de los niños, durante al menos unos pocos minutos.
Hoy sabemos que tanto en
el nivel neuronal como en el conductual, lo importante para el aprendizaje es
la anticipación de la recompensa y no el simple premio, por ello utilizan
la gamificación para aumentar la colaboración de los
alumnos porqué obtienen puntos por participar, por compartir contenidos, por
argumentar y si otro compañero marca como favorito su comentario. El estudiante
puede ver su evolución con datos, gráficas y ver un ranking del
curso, para que se motive a superarse a si mismo, y porque no, a jugar con
los retos de sus compañeros. Por ejemplo, las capitales se aprenden ganando
puntos en la plataforma Kahoot;
para ver las pirámides usan vistas tomadas desde un dron o Google Earth.
¿Les gustaría que en los
centros de enseñanza se usara un método con base científica para conseguir que
los estudiantes aprendiesen sin memorizar?.
¿Les gustaría que se
usara un método que respetara el proceso por el que el cerebro aprende: primero
la motivación, luego la atención y por último la memoria?.
La plataforma cooperativa
de educación online NeuroK
—basada en la neurodidáctica— no es un MOOC, es una red social donde
compartir contenidos y aprendizaje de manera colaborativa y está centrada en la
motivación como motor de aprendizaje. Su lema es: “enseñar menos, aprender
más”. NeuroK es el hábitat perfecto para enseñar haciendo, lejos de la
jungla de rutinas y metodologías salvajes; un entorno donde los estudiantes
pueden dar rienda suelta a lo que cada uno de ellos necesita en el aprendizaje,
pueden ir cada uno a su ritmo, retarse entre ellos y aprender haciendo y practicando.
Mientras en las
plataformas tradicionales se encuentran contenidos, en NeuroK hay debates. El
profesor es el guía de sus alumnos, el que les da las herramientas para hacerse
las preguntas adecuadas y encontrar las respuestas, porque el cerebro motivado es
el camino directo para facilitar el aprendizaje. Cada niño aprende de una manera,
y cada profesor enseña de otra. NeuroK deja que aprendan entre todos mientras
juegan.
NeuroK ofrece
múltiples posibilidades. Desde apoyo al día a día compartiendo comentarios,
contenido, videos, documentación, al seguimiento de los alumnos en el curso o
creando Actividades para medir su evolución y comprensión.
En mis tiempos de
estudiante siempre sabíamos a quién pedir los apuntes: al más aplicado,
responsable, trabajador y ordenado. Ahora tenemos Twitter y Facebook y también
podemos aplicarlos a la educación. Cada uno puede decidir a quien seguir en
esta red social en la que todos los alumnos comparten contenidos —mas o menos interesantes
y útiles— y debaten sobre diferentes temas. Para aprender eficientemente es
fundamental la guía del profesor para que aporte criterio sobre qué contenidos
son de calidad y para gestionar el tiempo dedicado a cada actividad; no fuera a
suceder que todos los estudiantes decidieran salir a cazar “pokémons”.
La UNED y la Universidad de Extremadura, están colaborando en una investigación
para medir la calidad de los contenidos compartidos por los alumnos y su nivel
de interacción en la plataforma.
El aprendizaje por
proyectos y el trabajo cooperativo hacen que los alumnos aprendan a tener
pensamiento crítico y a trabajar adquiriendo hábitos de aprendizaje continuo a
través de la práctica. Todas las personas somos únicas, aprendemos de forma diferente
y nos motivan cosas dispares, por ello, NeuroK permite personalizar el ritmo de
aprendizaje y el nivel de profundidad al que cada persona quiere llegar.
NeuroK tiene estructura
de red social para fomentar entornos de aprendizaje emocionalmente propicios,
puesto que la neurodidáctica ha demostrado que el aprendizaje en comunidad y
entre pares es más efectivo que el tradicional. Lo más difícil de este modelo
de aprendizaje es la participación. El sistema cuenta con hashtags, menciones o notificaciones en el móvil, entre otros servicios. La idea de NeuroK
es ser utilizada como una plataforma de apoyo a las clases presenciales o
directamente como el esqueleto de un curso online.
Por el momento, hay mucha
gente que desconfía de estos métodos y los resultados empezarán a verse dentro
de dos décadas de aplicacion. Para todos aquellos que busquen evidencias
científicas de la neurodidáctica, el profesor de la Universidad de Barcelona Jesús Guillén
recopila en su blog Escuela con cerebro las últimas
investigaciones realizadas en diferentes partes del mundo.
¿No les parece un mundo
apasionante el que se abre para los niños y su aprendizaje?
¡Lo que daría por volver
a ser niño y poder aprender-jugando con esos métodos neurocientíficos!.
No es
posible volver atrás, aunque algo bueno haría alguien conmigo, porqué las ganas
de seguir aprendiendo cada día no me faltan; y esa es, hoy en día, una cualidad
imprescindible para desenvolverse en el mundo actual y futuro si uno no quiere
quedarse perdido en el pasado o a expensas de que alguien te diga que botón
pulsar a la menor dificultad.
El cerebro necesita emocionarse para aprender mejor, pero no sólo eso. El que algo quiere, algo le cuesta y el esfuerzo y la constancia, siempre ayudan a conseguir mejores resultados.
©JuanJAS
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