La mayoría solemos solemos pensar que “el valor se le supone” cuando vemos a alguien vestir el uniforme de soldado o de bombero. Todos suponemos una serie de cosas sólo con ver el aspecto de una persona. Si pensamos un poco todos sabemos que esas suposiciones son gratuitas, sin fundamento, inciertas y pueden llevarnos a malentendidos o fracasos a la hora de evaluar a otras personas, comportamientos o situaciones.
Hay muchas cosas que todos usamos todos los días —cuando nacimos ya estaban entre nosotros— y por ello pensamos que no hace falta aprender nada sobre ellos porque es una cosa que todo el mundo ha usado siempre a nuestro alrededor. Una de esas cosas que todos usamos, pero que la mayoría desconoce como usar eficientemente es el dinero. Dicen que el 90% de los problemas de la vida de muchas personas es debido al dinero. El porcentaje es lo de menos, lo cierto es que tanto si tienes poco dinero, algunos dicen que si tienes mucho también, el dinero causa problemas. ¿Conoces a alguien al que el tener poco o mucho dinero le ha causado problemas?
Nadie debería
obsesionarse por el dinero, ni por acumularlo en lugar de disfrutarlo, porqué
nuestro verdadero objetivo es ser felices en la vida. Ahora bien, también debemos
ser conscientes en nuestra sociedad capitalista que el dinero es una
herramienta muy potente para conseguir ese bienestar que todos buscamos, ya que
el dinero ayuda a ser feliz si lo gastas de la forma correcta y en las cosas
correctas. Acumular cada vez más dinero no te hace más feliz (salvo a los
avaros), pero no tener el necesario para llevar una vida digna o perder el
dinero que una vez tuviste, si crea infelicidad. El uso adecuado del dinero puede
abrir muchas puertas, socorrerte en situaciones difíciles, solucionarte muchos
problemas y darte una cierta tranquilidad. Antiguamente se decía: “si quieres
conocer el valor del dinero, trata de pedirlo prestado”; si puedes “responder
con propiedades” te prestarán algo, si no puedes, no te prestarán nada. Esta
verdad ha dejado de ser un buen ejemplo en las últimas décadas en que los
bancos y los organismos reguladores rompieron las reglas y engañaron a los
consumidores haciéndoles creer que todas las “family-illusions” estaban a su
alcance. Después de casi 10 años de sequía vuelven a la carga con los préstamos
y muchas familias han aprendido poco o nada de la crisis pasada.
Todo
el mundo sabe que hacer dinero es fácil y sencillo, solo tienes que acabar con
tus deudas, ahorrar e invertir lo ahorrado. Lo que ya no es tan sencillo es
llevarlo a cabo. No basta con soñar con el éxito, hay que trabajar para conseguirlo. Lo que la mayoría no tiene es la voluntad de querer
conseguirlo ni la tenacidad para esforzarse sin desfallecer ante las adversidades. Tampoco quiere oir hablar de estudiar,
no para sacarse un titulo que colgar en la pared, sino para aumentar sus conocimientos
en su propio beneficio y poder trazar un plan para hacer realidad su deseo con
dedicación y constancia.
Por
supuesto que hay otras muchas formas de hacerse rico, como puede ser casarte
con alguien que ya lo sea, que te toque un premio en un juego de azar, ponerte
cerca de donde haya dinero para que algo vaya a tus bolsillos, dedicarte a la
delincuencia, etc. Pues bien, hasta en estas “otras” formas de hacerse rico,
que no te aconsejo, se necesita aplicar las teorías básicas y simples sobre
deudas, ahorro e inversión, para ser aún más rico o principalmente para no
perder la fortuna conseguida por azar más rápido que canta un gallo.
Tal
vez les han inculcado desde pequeños que el dinero no es importante, pero aún
así deberían intentar tener una economía saneada para no tener que comprobar
de forma dolorosa qué eso de que “el dinero no te ayuda a que seas más feliz”
no significa que debe despreciarse el hecho de poder disponer de un cierto
capital para pagar necesidades o emergencias futuras. Fijense que los que más
usan frases como la entrecomillada, son los que abogan más veces y con mayor
énfasis para que se reparta/redistribuya el dinero de otros (nunca el suyo
propio) entre los que menos tienen. Si, como pregonan, tan malo fuera el
dinero, ¿para que piden el que tienen los demás para si mismos y para los que
no lo tienen?
Existen
muchas ideas y sentimientos sobre el dinero. Una de ellas es que el dinero es
sucio, que es la fuente de todos los males. En realidad lo que la Biblia cita
es que “la avaricia por el dinero es la fuente de todos los males”. Ese matiz
de suprimir la palabra “avaricia”, y creer que, en general, el dinero es la
fuente de todo mal, ha creado mucha pobreza y conformismo en la historia de la
humanidad. En realidad, la carencia de dinero es la fuente de muchos males. ¿Porqué
no creer que el dinero no es malo, que tener dinero es bueno y que todos
tenemos derecho a obtener dinero de forma legal y a hacernos ricos o al menos a
dejar de ser pobres y dejar de vivir en una situación de escasez monetaria. El
dinero es bueno y merecemos tenerlo, porque honroso es ganárselo uno mismo y no
tener que pedirlo a otros para malvivir de la caridad.
A
la mayoría, en la escuela, nos enseñaron muy poca cosa sobre el dinero, más aún
de alguna forma consiguieron o tal vez nos condicionaron para que nos
aburrieran todas las lecturas/conversaciones relacionadas con el dinero y las
finanzas. La inmensa mayoría tampoco hemos nacido en el seno de familias ricas
o poderosas, que nos hayan trasnmitido el “saber-hacer” adecuado para conservar
la herencia familiar y aumentarla. Para aprender cómo administrar el dinero y
para saber cómo invertir incrementar nuestros
ahorros sería una gran ayuda conseguir la “tutela” de alguna persona que haya
hecho el camino antes con “éxito demostrado”. Sencillamente porque los que lo
han conseguido de verdad, si saben de lo que están hablando y pueden actuar con
garantían como mentor o coach de alguien que quiera encontrar su propio camino
hacia la libertad financiera. Si además son capaces de explicarlo con un
lenguaje sencillo y puedes confiar en ellos, tanto mejor. Es fácil de entender
¿verdad? El problema es que para la mayoría es enormemente difícil de practicar.
Además, se da la paradoja de que teniendo todos los seres humanos la capacidad
de aprender de la experiencia ajena, a la mayoría les disgusta hacerlo y
prefieren tropezar una y otra vez sobre la misma piedra. ¿Han pensado y
descubierto el porqué les pasa eso a tantas personas?. ¿Porqué piensan que nos
comportamos así?
Es
una pena porque actuando de esta forma demasiadas personas pierden o
desaprovechan una gran ventaja/oportunidad que el azar a puesto en su destino.
Si por orgullo, por vanidad, por creerse superiores, por pereza o por torpeza
no aprovechan esta posibilidad de aprender de los que han demostrado que saben
ganar dinero legalmente, cuando el azar los pone a su alcance, y se empeñan en “descubrir
la rueda” por ellos mismos, seguramente no lo conseguirán, o al menos, tendrán
muchísimo más difícil alcanzar su objetivo.
Si mucha gente hiciera un
alto en su frenética “carrera de la rata consumista” y meditaran durante un
tiempo sobre el dinero —como lo ganan, como y en que lo gastan, que hacen con
lo ahorrado, cuanto quieren acumular para financiar proyectos que les gustaría
desarrollar en el futuro, cuanto necesitan para vivir con el estilo de vida que
les hace felices durante el resto de su vida, etc.— quizás llograrían tomar la
decisión de aplicarse con diligencia en practicar el hábito de ganar, guardar e
invertir y tendrían una mayor probabilidad de que les llegara un día en que puedan
vivir sin “trabajar para ganar dinero para poder sobrevivir”. Un día en que les
bastara con hacer que el dinero trabaje para ellos en vez de que ser ellos los que trabajen para obtenerlo, como hemos
hecho la inmensa mayoría la mayor parte de nuestra vida. Un día en que
dependieran de ellos mismos para financiar su estilo de vida y les sobrara para
ayudar a otros a trabjar eficientemente para conseguir sus sueños por si mismos
en lugar de malvivir medrando la ayuda de otros a perpetuidad. Cuando antes
empiecen, más probabilidades tendrán de conseguirlo y sobre todo para deshacerse
del miedo a la pobreza en el otoño de su vida, que es cuando más duele.
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