Parece que lo que ocurre con el euro es que, los estados europeos comparten un recurso limitado, actúan de forma independiente y buscando racionalmente su interés individual terminan por destruir el recurso comunal pese a que eso es lo que menos les conviene a todos.
Según la teoría que desarrolla Philipp Bagus en su libro The Tragedy of the Euro, el euro permite que se produzca un efecto de redistribución involuntaria de la renta; desde los países más serios en la gestión de sus cuentas, hacia los países más díscolos y con tendencia a incurrir en mayores déficits. Esta redistribución ofrece a los políticos de estos países un poderoso incentivo a seguir gastando y retrasar sine die los impopulares ajustes y reformas que son necesarios, pues disfrutan de todos los beneficios electorales de este curso de acción.
Sin embargo, ese comportamiento fiscalmente irresponsable se traduce en déficits que han de ser financiados mediante la emisión de deuda pública. Deuda pública que esos estados no son capaces de pagar por sí mismos porque no generan caja suficiente. Y entonces debe intervenir el BCE, ya sea explícitamente mediante un rescate, ya sea sotto voce mediante compras de bonos soberanos en el mercado secundario o incluso primario.
Los países más díscolos fiscalmente hablando, son los más beneficiados por el paraguas común del sistema monetario que es el euro, creándose una especie de carrera por imprimir más dinero que puede llevarnos a que la moneda única estalle en mil pedazos.
Las intervenciones del BCE suponen en el fondo una monetización de la deuda que han contraído los países periféricos pero que pagan todos los ciudadanos que cobran sus nóminas y tienen sus ahorros en unos euros que valen cada vez menos. Entre ellos los alemanes, que ven cómo merman sus ahorros para que los españoles, los italianos y los griegos mantengamos nuestro tren de vida. No es de extrañar que los alemanes estén un poco hasta las narices de los simpáticos vecinos del sur, cuando con el Bundesbank y el marco no les iba nada mal.
Según la teoría que desarrolla Philipp Bagus en su libro The Tragedy of the Euro, el euro permite que se produzca un efecto de redistribución involuntaria de la renta; desde los países más serios en la gestión de sus cuentas, hacia los países más díscolos y con tendencia a incurrir en mayores déficits. Esta redistribución ofrece a los políticos de estos países un poderoso incentivo a seguir gastando y retrasar sine die los impopulares ajustes y reformas que son necesarios, pues disfrutan de todos los beneficios electorales de este curso de acción.
Sin embargo, ese comportamiento fiscalmente irresponsable se traduce en déficits que han de ser financiados mediante la emisión de deuda pública. Deuda pública que esos estados no son capaces de pagar por sí mismos porque no generan caja suficiente. Y entonces debe intervenir el BCE, ya sea explícitamente mediante un rescate, ya sea sotto voce mediante compras de bonos soberanos en el mercado secundario o incluso primario.
Los países más díscolos fiscalmente hablando, son los más beneficiados por el paraguas común del sistema monetario que es el euro, creándose una especie de carrera por imprimir más dinero que puede llevarnos a que la moneda única estalle en mil pedazos.
Las intervenciones del BCE suponen en el fondo una monetización de la deuda que han contraído los países periféricos pero que pagan todos los ciudadanos que cobran sus nóminas y tienen sus ahorros en unos euros que valen cada vez menos. Entre ellos los alemanes, que ven cómo merman sus ahorros para que los españoles, los italianos y los griegos mantengamos nuestro tren de vida. No es de extrañar que los alemanes estén un poco hasta las narices de los simpáticos vecinos del sur, cuando con el Bundesbank y el marco no les iba nada mal.
¿Cuál es el camino que llevamos?
La crisis se originó en la expansión del crédito, no respaldado por el ahorro, que causan los gobiernos y sus aliados, los bancos, reduciendo artificialmente los tipos de interés y multiplicando los préstamos merced al privilegio de la "reserva fraccionaria". Esto generó una fase de boom bien conocida que se materializó en una burbuja inmobiliaria. Cuando estalló la burbuja, en lugar de dejar que las fuerzas espontáneas del libre mercado actuaran para liquidar las malas inversiones y así poder volver a crecer de manera sana, el estado intervino cortocircuitando el proceso de ajuste y originando mayores problemas en un futuro al que ya hemos llegado.
No sólo se evitó una rápida recuperación, tras un brusco pero breve ajuste que permitiera reubicar los recursos productivos allí donde eran realmente demandados, sino que además se hipotecó el futuro, al dilapidar el gobierno cualquier superávit acumulado en la fase expansiva y endeudarse hasta las cejas para salvar a los sectores de la construcción y del automóvil con sendos planes de estímulo fiscal, para luego tener que salvar al sector financiero, con especial protagonismo de las cajas de ahorros.
Resulta pues que la deuda generada —y multiplicada— en la fase de expansión previa, ha ido pasando de las familias y las empresas (crisis de la economía real) a los bancos, de los bancos (crisis financiera) a los estados, de los estados (crisis de la deuda soberana) al BCE y del BCE (crisis de la divisa) a... ¿a dónde?
Y en esas estamos. O sea, que se masca la tragedia, sí.
El euro nació por una decisión política y no económica y ahora, por motivos económicos corre el peligro de desaparecer para que cada país vuelva a su divisa inicial. El euro es la única moneda que no está respaldada por una autoridad política, no tiene Gobierno y los mercados que se han dado cuenta, han visto que se podían enriquecer fácilmente. Los eurobonos podrían ser una solución a la crisis de la deuda, pero el conflicto de los intereses entre el núcleo y los PIGS hace difícil ponerlos en marcha.
Con respecto al euro de dos velocidades, no está claro que a alemanes y franceses les interese quedarse prácticamente solos en un EuroPlus de primera división. Sería un equilibrio político demasiado complicado para ambos países sin el contrapeso de países del tamaño de Italia o España y no les reportaría grandes ventajas con respecto a la vuelta a sus divisas originarias.
Por otro lado, un “eurito” para los sureños, se vería devaluado casi inmediatamente. Esto supondría un alivio para estos países pero en la práctica representa un default de su deuda pública —que devolverían en una moneda devaluada a los poseedores de Letras, Bonos y Obligaciones del Tesoro—, y tendría un importante impacto sobre los países del EuroPlus, a los que a corto plazo les serviría de poco la doble velocidad.
Está claro que los PIGS sureños deberían tomar sin dilación medidas de ajuste en serio, reduciendo drásticamente el gasto público, recortando donde afecte menos al estado del bienestar (privatizando lo que se pueda) y bajando impuestos, todo lo que el déficit permitiera, para no incurrir en más deuda. Reduciendo el tamaño del sector público para liberar recursos y crédito para las empresas privadas. Dejando actuar las fuerzas espontáneas del mercado para que se terminen de liquidar los errores de inversión del pasado, sin rescates y sin medidas para salvar supuestamente ninguna empresa ni sector y flexibilizando y liberalizando la economía para que los recursos productivos puedan reubicarse sin trabas allí donde son necesarios y hoy no están llegando.
No sólo se evitó una rápida recuperación, tras un brusco pero breve ajuste que permitiera reubicar los recursos productivos allí donde eran realmente demandados, sino que además se hipotecó el futuro, al dilapidar el gobierno cualquier superávit acumulado en la fase expansiva y endeudarse hasta las cejas para salvar a los sectores de la construcción y del automóvil con sendos planes de estímulo fiscal, para luego tener que salvar al sector financiero, con especial protagonismo de las cajas de ahorros.
Resulta pues que la deuda generada —y multiplicada— en la fase de expansión previa, ha ido pasando de las familias y las empresas (crisis de la economía real) a los bancos, de los bancos (crisis financiera) a los estados, de los estados (crisis de la deuda soberana) al BCE y del BCE (crisis de la divisa) a... ¿a dónde?
Y en esas estamos. O sea, que se masca la tragedia, sí.
El euro nació por una decisión política y no económica y ahora, por motivos económicos corre el peligro de desaparecer para que cada país vuelva a su divisa inicial. El euro es la única moneda que no está respaldada por una autoridad política, no tiene Gobierno y los mercados que se han dado cuenta, han visto que se podían enriquecer fácilmente. Los eurobonos podrían ser una solución a la crisis de la deuda, pero el conflicto de los intereses entre el núcleo y los PIGS hace difícil ponerlos en marcha.
Con respecto al euro de dos velocidades, no está claro que a alemanes y franceses les interese quedarse prácticamente solos en un EuroPlus de primera división. Sería un equilibrio político demasiado complicado para ambos países sin el contrapeso de países del tamaño de Italia o España y no les reportaría grandes ventajas con respecto a la vuelta a sus divisas originarias.
Por otro lado, un “eurito” para los sureños, se vería devaluado casi inmediatamente. Esto supondría un alivio para estos países pero en la práctica representa un default de su deuda pública —que devolverían en una moneda devaluada a los poseedores de Letras, Bonos y Obligaciones del Tesoro—, y tendría un importante impacto sobre los países del EuroPlus, a los que a corto plazo les serviría de poco la doble velocidad.
Está claro que los PIGS sureños deberían tomar sin dilación medidas de ajuste en serio, reduciendo drásticamente el gasto público, recortando donde afecte menos al estado del bienestar (privatizando lo que se pueda) y bajando impuestos, todo lo que el déficit permitiera, para no incurrir en más deuda. Reduciendo el tamaño del sector público para liberar recursos y crédito para las empresas privadas. Dejando actuar las fuerzas espontáneas del mercado para que se terminen de liquidar los errores de inversión del pasado, sin rescates y sin medidas para salvar supuestamente ninguna empresa ni sector y flexibilizando y liberalizando la economía para que los recursos productivos puedan reubicarse sin trabas allí donde son necesarios y hoy no están llegando.
¿Qué va a pasar?
Es imposible adivinarlo, pues con estos políticos nunca se sabe. Parece que juegan con nosotros como si fueran trileros. Los líderes europeos no terminan de abordar los problemas de fondo y en su lugar crean problemas adicionales. Mientras, los españoles, ni siquiera mueven ficha, con lo que adivinar algo es como un juego de azar.
La crisis de la deuda europea puede tener incidencia a escala global. Si la zona euro entra en congelación por la austeridad, no se potenciará el consumo. Ya hay en Europa 23 millones de desempleados, cinco millones en España y 80 millones de pobres, personas que no consumen. El mundo funciona con dos motores, dos grandes centros de consumo: EEUU y la Unión Europea, ambos amenazados por la recesión. Si se paran, China va a fabricar menos. De hecho, el ritmo de crecimiento chino ya ha bajado. Si China deja de importar, dejará de comprar también materias primas, los minerales que compra a Perú y Chile y los productos agrícolas que compra a Brasil y Argentina. Esos países dejarán de crecer. Y en 2013 o 2014 podemos encontrarnos con una recesión internacional.
La pregunta es, si la recesión se prolonga en Europa, ¿hasta dónde soportarán las sociedades europeas la purga a la que se está sometiendo a la población?. ¿Cuánto va a crecer la extrema derecha y cuánto la protesta social?. La historia no se detiene y esto es un golpe de Estado financiero. Los mercados han decidido tomar el poder. En Grecia e Italia, la evidencia es total. Se han colocado personas que han trabajado de uno u otro modo con Goldman Sachs, especialista en colocar a su gente en puestos de poder, pero ahora al frente de países. La derecha arrasa en Europa porqué una parte importante de la sociedad, teniendo en cuenta que muchos medios de comunicación dominantes insisten en que la línea de la ortodoxia es la única, aceptan la idea de los recortes. El pánico a que el euro desaparezca genera mucha disciplina. Se ha visto en Catalunya en estas elecciones. Una parte del electorado piensa que es "O recortes o caos", y votan recortes. El problema es ¿qué pasará cuando la gente vea que tienen menos derechos y sigan estando igual de mal?. Cuando los sacrificios no hayan puesto fin a la situación de crisis.
Ignacio Ramonet en su libro “Como nos venden la moto" ya en 1995 nos decía: “ La prensa escrita ha simplificado su discurso, en el momento que aparecen nuevos poderes que nadie denuncia....Una separación tan grande entre este simplismo de la prensa (y TV) y la nueva complejidad de la política internacional desconcierta a muchos ciudadanos". “Ted Turner...George Soros etc., o decenas de otros nuevos amos del mundo, no han sometido nunca sus proyectos a sufragio universal, la democracia no es para ellos, se consideran por encima de esas interminables discusiones en las que se barajan conceptos como el bien público la felicidad”.
Supongo que, al menos hasta pasadas las fiestas navideñas, continuará la incertidumbre, se intensificará el proceso deflacionario (contracción del crédito) que tendrá que ser contrarrestado por el estado para conjurar la temida recesión y se prolongará la depresión que ya llevamos sufriendo cuatro años. ¡Paciencia!.
Mientras, ahora que está próxima la Navidad, mejor comprar algunos décimos de lotería y rezar para que nos toque.
©JAS 2011
La crisis de la deuda europea puede tener incidencia a escala global. Si la zona euro entra en congelación por la austeridad, no se potenciará el consumo. Ya hay en Europa 23 millones de desempleados, cinco millones en España y 80 millones de pobres, personas que no consumen. El mundo funciona con dos motores, dos grandes centros de consumo: EEUU y la Unión Europea, ambos amenazados por la recesión. Si se paran, China va a fabricar menos. De hecho, el ritmo de crecimiento chino ya ha bajado. Si China deja de importar, dejará de comprar también materias primas, los minerales que compra a Perú y Chile y los productos agrícolas que compra a Brasil y Argentina. Esos países dejarán de crecer. Y en 2013 o 2014 podemos encontrarnos con una recesión internacional.
La pregunta es, si la recesión se prolonga en Europa, ¿hasta dónde soportarán las sociedades europeas la purga a la que se está sometiendo a la población?. ¿Cuánto va a crecer la extrema derecha y cuánto la protesta social?. La historia no se detiene y esto es un golpe de Estado financiero. Los mercados han decidido tomar el poder. En Grecia e Italia, la evidencia es total. Se han colocado personas que han trabajado de uno u otro modo con Goldman Sachs, especialista en colocar a su gente en puestos de poder, pero ahora al frente de países. La derecha arrasa en Europa porqué una parte importante de la sociedad, teniendo en cuenta que muchos medios de comunicación dominantes insisten en que la línea de la ortodoxia es la única, aceptan la idea de los recortes. El pánico a que el euro desaparezca genera mucha disciplina. Se ha visto en Catalunya en estas elecciones. Una parte del electorado piensa que es "O recortes o caos", y votan recortes. El problema es ¿qué pasará cuando la gente vea que tienen menos derechos y sigan estando igual de mal?. Cuando los sacrificios no hayan puesto fin a la situación de crisis.
Ignacio Ramonet en su libro “Como nos venden la moto" ya en 1995 nos decía: “ La prensa escrita ha simplificado su discurso, en el momento que aparecen nuevos poderes que nadie denuncia....Una separación tan grande entre este simplismo de la prensa (y TV) y la nueva complejidad de la política internacional desconcierta a muchos ciudadanos". “Ted Turner...George Soros etc., o decenas de otros nuevos amos del mundo, no han sometido nunca sus proyectos a sufragio universal, la democracia no es para ellos, se consideran por encima de esas interminables discusiones en las que se barajan conceptos como el bien público la felicidad”.
Supongo que, al menos hasta pasadas las fiestas navideñas, continuará la incertidumbre, se intensificará el proceso deflacionario (contracción del crédito) que tendrá que ser contrarrestado por el estado para conjurar la temida recesión y se prolongará la depresión que ya llevamos sufriendo cuatro años. ¡Paciencia!.
Mientras, ahora que está próxima la Navidad, mejor comprar algunos décimos de lotería y rezar para que nos toque.
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