lunes, 11 de agosto de 2014

¡ANDALUCES! ¡Yo también estoy harto!

Hoy en día, mediáticamente, casi todo vale. 
Últimamente he visto circular por Facebook (se ha compartido más de 83500 veces) una carta de un "supuesto profesor de la Universidad de Córdoba". Parece que este texto se había escrito en un blog ya en octubre del 2010. Siempre es de buena educación respetar y recordar la autoría de las publicaciones, aunque sea una simple transmisión del contenido o para comentarlo, y a eso vamos.  
Parece que todos disfrutamos actualmente de más libertad para adoptar o desarrollar identidades que, en décadas anteriores, eran desconocidas o rechazadas. Actualmente nos es más fácil aceptar que hay gente diferente y que la sociedad es heterogénea y compleja. El conflicto racial/étnico global se ha reducido notablemente aunque persiste en muchos terrenos y contextos, principalmente porqué la falta de cultura y reflexión hace que, muchas veces, la palabra se pronuncie o incluso se escriba antes que el pensamiento. A veces, con mucha falta del mismo.
En la década de los 40 y principios de los 50 España era un país pobre, unas regiones más que otras, tratando de recuperarse de su guerra civil, y muchos estereotipos surgieron en ese momento. 
Es cierto que las “élites dominantes” propiciaron que se desarrollaran mas unas regiones que otras. Como nadie escoge donde nace pero si puede escoger donde vive, muchos ciudadanos se vieron en la necesidad de emigrar para poder sobrevivir o para aprovechar la posibilidad de que su familia alcanzara un nivel de vida mejor. En esas décadas hubo una movilización de personas por todo el territorio y muchos se integraron o al menos establecieron su hogar en regiones diferentes a las que les habían visto nacer. La mayoría prosperaron, gracias a su trabajo y a la oportunidad de hacerlo que las regiones receptoras les dieron. El beneficio fue mutuo, aunque no siempre completamente equilibrado. Las regiones de origen también prosperaron gracias al trabajo de los ciudadanos que pudieron o decidieron quedarse y la ayuda de la redistribución de impuestos y la “solidaridad” de las regiones más prósperas. 
Cuando España alcanzó el 9º PIB más alto en el mundo y una de las economías de más rápido crecimiento en la Unión Europea, llegamos a disfrutar de uno de los sistemas sanitarios y de bienestar social mejores del mundo. Vivíamos en un país todavía barato para visitar, el turismo se desarrolló y nos acostumbramos a vivir en una nube. Es justo reconocer que unos más que otros. 
Dos cosas te definen. Tu paciencia cuando no tienes nada
y tu actitud cuando lo tienes todo.
Por suerte no todos pensaron que era normal que los banqueros te atosigaran para concederte un crédito personal. El costo de vida aumentó y todo cambió. El susto vino con la crisis de 2007. Lo que parecía ser un país desarrollado, resulto ser un país muy desequilibrado y el sueño se esfumó. Hay que reconocer que en pocos años, los españoles hemos retrocedido algunas décadas en el tema económico, pero eso no implica que los tópicos de la posguerra todavía sirvan para definirnos ante los otros paises. 
Las personas que viajan, que han estudiado o trabajado en diferentes regiones de España o del extranjero, los que tienen familiares o amigos en ellas, saben, o si quieren tienen medios para saber perfectamente, que los estereotipos se utilizan como atajos mentales para clasificar a la gente rápidamente y que aunque, hace muchos años tuvieron una base real, hoy en día suelen estar equivocados y al ser la base de prejuicios, normalmente su uso y propaganda es peligrosa.
Esto lo saben bien los grandes grupos mediáticos y del poder que los utilizan una y otra vez, sin siquiera molestarse en actualizarlos, no sólo para dirigir la opinión de quien no se esfuerza en meditar y comprender, sino para desviar la atención de los ciudadanos, enmascarando los problemas reales e importantes que nos atañen.
Hay mucho más en España de lo que los estereotipos pintan y por ello son de agradecer escritos como el de este bloguero que copio más abajo. Ojalá mucha gente los difunda y ojalá que la mayoría tengan la paciencia de leerlos, de meditarlos y comentarlos con sus familiares, amigos, vecinos y conocidos. Ello nos ayudaría entendernos todos mejor y a dificultar el terreno a los manipuladores que por desgracia lo siguen teniendo muy fácil para seguir cometiendo sus tropelías y enfrentarnos a unos y otros cuando en el fondo tenemos tantas y tantas cosas en común que nos unen como personas con una larga historia de convivencia por muy accidentada que haya sido.
¡Educación y pedagogía!
©JuanJAS


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